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De noche sale, con su caminar de siglos cargados en la espalda y los ojos fulgurantes como de una locomotora varada en la lejanía, cuando hace frio se aprecia el vaho escapando de su boca y detrás de el a lo lejos se ven los otros lugares que en ocasiones también dejan salir a sus inquilinos.
Me dicen que estoy loco, que invento estas cosas para llamar la atención, no es eso digo yo y trato de señalar en dirección a dónde camina, pero no lo ven o pretenden volverme loco afanándose en decir que no hay nada allá.
Yo lo veo hasta cuando no quiero, cuando de repente se torna en mi dirección y levanta el brazo apuntando con su dedo a alguien a lo lejos, no quiero ver pero me gana el morbo es más fuerte que yo el deseo. Su mano delgada, las mangas de su saco o camisa en jirones y el dedo apuntando acusador, su jadeo profundo, jaggg jagggg, arrítmico como si sus pulmones estuvieran huecos. Todavía más horrible en las noches en que la luna llena alumbra todo y puedo distinguir aún más la crudeza de lo que queda de él.
Una noche de luna brillante levanto el dedo acusador y mi padre cayó fulminado, el doctor dijo que fue un paro cardiaco, pero la realidad es otra, en el preciso instante en que el apunto vi pasar la imagen de mi padre que como flotando moviendo la mano me dijo adiós para siempre.
Jorge P. Guillen
Julio de 2010
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Texto agregado el 25-07-2011, y leído por 116
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