Tijuana BC. Jul. 2011. Quizás haya alguien…
Hasta que la muerte nos separe.
El eco de esas palabras pronunciadas por el ministro durante la ceremonia de unión con mi pareja, no habían tomado en cuenta los niveles de testosterona, juventud y placer que le producían a mi compañero, guapo hombre transexual, el retozar en camas ajenas.
Eso puede separar antes que la muerte.
Lo comprobé cuando, le descubrí, desnudo, con una sonrisa estúpida, abrazando a una supuesta amiga en nuestra cama, al regresar de improviso a la casa, debido al olvido de algunas cosas.
Al abrir la puerta, me di cuenta que mis premuras habían terminado, lo mismo que nuestra relación.
Eran años de sueños, ilusiones rosas de un espíritu independiente, tiempo en que pensaba que en el aspecto laboral y emocional, todo estaba adecuado, perfecto.
Sólo que…hasta ese día.
Sin embargo, no me deje abatir por ese golpe, decidí que una relación fallida, no me iba a destruir mi vida.
Así, inicie mi mudanza existencial sin ver atrás, para continuar adelante.
Después de sortear incomodidades, me establecí en mi departamento, pequeño, cierto, sólo que al paso del tiempo, la soledad fue aumentando sus dimensiones.
Aunque aclaro, nunca la quise como inquilina.
Conocí a otras personas, hubo amores que se desvanecieron al amanecer.
Nadie tenía la medida para llenar los vacios de mi alma.
Una noche, en un ensayo de muerte, tuve un sueño, me veía a mi misma, durmiendo de manera serena, y a mi lado, una persona a quien nunca había visto, me abrazaba tiernamente.
La sensación fue tan agradable e intensa, que por un momento, al despertar, creí que era real.
En un principio, sospechaba que esto era debido a mi soledad, y a la intensa presión que había vivido esos días.
Aunque, comencé a preocuparme, cuando percibí, una mañana, en mi almohada, un perfume sutil, dulce, seductor, que no era mío.
Consulte con mis amistades, me sugirieron que no le diera importancia, que tratara de salir y conocer a alguien.
Sin embargo, no sentía necesidad de compañía, muy íntimamente, pensaba que ya lo tenia.
Aunque, aquella mañana en que al levantarme, descubrí, café recién hecho en la cocina, y ya no lo pensé más.
Fui a visitar a una psiquiatra.
Aquellos medicamentos, me hicieron las noches cortas y vacías, las mañanas frías y difíciles.
Mi extraña visita se había ido, sólo que, una noche, soñé verla cerca de mi cama.
La escuchaba y veía, cargando mucha tristeza, mientras preguntaba: ¿Es esto lo que realmente quieres? ¿Deseas que realmente desaparezca de tu vida?
Era la representación de una pequeña y frágil figura, a punto de derrumbarse.
Desde ese día, he abandonado los medicamentos, ahora vivo como una persona madura, comunicativa, alegre.
Es difícil sentirme sola, aunque no me he comprometido con nadie.
Quizá, haya alguien que me espera cada noche…quizá.
Desde BC, mi rincón existencial, donde la música retro de Charles Aznavour, me envuelve, haciendo ver mi interior para exteriorízalo.
¿Quién? por sustituirme y por destruirme sin contemplación romperá en pedazos todos nuestros lazos y sin compasión mi propio corazón...
Andrea Guadalupe.
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