Yo estaba sentado a fuera de la plaza de armas en el centro de la ciudad un día normal, cuando de la nada llegó un grupo de jóvenes en medio de la avenida, gritando y cantando sobre una revolución. Una revolución inexplicable, revolución en busca de cambios no oídos por mi pueblo… de las que en pocos logares se ha visto u oído. Invadieron las calles; alegres entre el tráfico; se tomaron los negocios con música; alzaron las banderas, y comenzó una nueva canción.
Me mantuve sentado, observando, siempre al margen de todo, la situación. Ellos se movían para allá y para acá. Sonaba una bazucada. Los tambores redoblaban un ritmo, y los platos chocaban… por lo que miles de notas y figuras rítmicas corrían fluidamente por la ciudad.
Observé a la distancia todo el escenario. ¿Qué pedían?, nada por lo que sé, mas que atención. Megáfonos. Un vocero alza la voz, como de trompeta, con un libro en la mano y comienza una predicación. Me mantuve al margen. Observé con la mochila en el suelo, y oí el canto juvenil que expresa los ideales quizás imposibles por los que tantos han muerto.
De la masa salieron más de ellos, y comenzaron a correr por entre el público aún atónito que transitaba por el burgo. Entregaron coloridos folletos, imágenes, y argumentos de lo predicado. Observé. Los jóvenes corriendo de un lado a otro, con entusiasmo y pasión.
Sin previo aviso o avistamiento, la presencia de alguien a mi lado. Uno de ellos me encontró. Alzó su mano y me entregó un folleto. Me habló de un sujeto que supuestamente murió por mí. Dijo que el me entregaba salvación… de amor, de un amor tan, pero tan grande… pero aunque no entendí lo que decía… algo, si, en sus palabras me estremeció. Me hablaba de un amor que no comprendía… pero que ahora necesito conocer…
En aquel instante, en medio de las palabras que sentía estacar mi corazón, escuché un disparo. Seguido al estrépito, el sujeto que me hablaba cayó de espaldas, y un soldado de las fuerzas especiales, con una AK-47, lo tumbó. Observé hacia el resto, perseguidos por más tropas de la policía secreta, y la huida de los revolucionarios por entre las calles de la ahora sangrienta ciudad.
Asustado, me levanté, mientras los soldados molían a patadas a mi predicador. Me fui, a paso acelerado mientras atrás quedaba el escenario de una aplacada revolución.
Escuchaba ya a la distancia las descargas del fusilamiento de los capturados. Las ordenes de los captores, y los cabecillas del grupo ‘‘rebelde’’ siendo aprisionados para una dolorosa interrogación.
Ya en mi casa, reflexionaba un poco sobre las palabras de mi predicador. Aunque no entendí mucho de lo que el hablaba, siento la necesidad de entenderlo. Hay algo en sus palabras que llegó mas adentro de toda la razón… algo… ¿’‘mágico’’?, no lo sé… pero quiero entender… aprender, sobre esta ‘‘revolución de amor’’.