Como todos los días,
la mágica marea
de las vueltas de la vida,
avanza lenta, por doquier,
o donde uno, sin saber, quiere.
A veces, animal urbano,
soy suavemente invadido
por una melancolía campestre,
por follajes y enjambres,
raspando malas hierbas.
de hombres imposibles.
Entonces, mi niño imaginario
sueña su sueño de julio,
junta todas mis edades,
viaja con la mirada,
por sobre la neblina
de los humanos desatinos
de este triste mundo
cansado y corrompido,
que pretende oscurecernos,
y descubre a muchos otros
que persisten incansables
en esa costumbre de cambiar
el dolor...y la sangre...
por arenas de esperanzas
de indomables revoluciones,
de paz, justicia y equidad,
y frente a mis ojos se extiende,
como larga sombra posible,
una vital realidad pensada
a medias y con titubeos,
pero que quiere superar
del mundo tanta indiferencia.
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