Aunque nunca te haya permitido
dibujar tus imágenes en mis sueños,
tengo que admitir que tienes un gran talento artístico,
capaz de captar hasta tus más mínimos detalles
y delinearlos junto a mí con divina perfección.

Aunque nunca te haya permitido
atravesar la coraza de mis sentimientos,
tengo que admitir que tienes un gran coraje,
que le permite a tu aguerrida voluntad,
destrozar, dulcemente, mis muros de contención.

Aunque nunca te haya permitido
ser parte excluyente de mis recuerdos,
tengo que admitir que tienes espíritu de historiador
para escribir en las hojas en blanco de mis ilusiones
los anhelos más profundos
de ser objeto de tu estudio.

Aunque nunca te haya permitido
hacerme vibrar con la complejidad de tus ideas,
tengo que admitir que tienes claridad de pensamiento
e inmejorable facilidad de expresión,
que me hacen imaginar eternos diálogos contigo.

Aunque nunca te haya permitido
darme un solo motivo válido para vivir,
tengo que admitir que eres el mejor de los karmas,
principal causa de mis privilegiadas consecuencias.

Aunque nunca me haya permitido
permitirle nada bueno para mí a nadie,
tengo que admitir que tienes ingenio
y habilidad de ajedrecista
para jaquear mis miedos y dejarte entrar,
aunque nunca te lo haya permitido.