MUNDO DE MI INFANCIA 707
Palabras
Acércate un poco a mis recuerdos,
hoy que estoy talante y altanero;
hablemos frente a frente, cual dos hombres
que discuten en un reto al mundo entero.
Eres sólo un triste dromedario;
un asno descomunal; un sicopático
que abusabas de mi cuando muchacho,
porque tú, con tu grandeza, dabas miedo.
¿Por qué no rechazas mis insultos?
¿Ya no infundes el miedo de mi infancia?
Hoy que me siento mayor que tu grandeza;
capaz de romper tu sucia causa.
Acércate más, mundo embustero,
dime lo que antaño me afirmabas,
que yo tanto creí por ser pequeño;
por tantas tus crueldades, yo, lloraba
¿No pensaste que aquél triste mocoso
llegara a retar tu gran misterio?
¿Pensabas que siempre tembloroso
al oír la estridencia de tus truenos?
.Acércate más, quiero mirarte;
con tu cara cubierta de botellas,
con tus ojos brotados en la gañas
y tus noches sin luces, sin estrellas.
Ya te conozco, incesante desnudez;
tu belleza, la admiré en mi parvulez;
eres sólo cieno de gigante,
sólo es excremento tu altivez.
Rodé por tu garra enmarañada;
atisbé por tu fosa de placer;
me usaste cual tímida carnada;
vi. cerca la muerte, vi el placer.
Como un pulpo que busca fresca presa,
me llevaste hasta el triste sufrimiento;
hurgué por tu fétido excremento;
para dar un refugio a mi tormento.
Sólo hallé lágrimas y quejas,
intenso sollozar, triste lamento;
entonces rompí en tu dura jeta,
la copa que forjaste en mi sediento.
Me brindaste tus manjares putrefactos
llenos de dolor y fango oscuro;
me hiciste a beber a tragos largos,
tu inmensa pestilencia de zamuros.
Pero antes, era inválido, sin brazos,
sin ojos, ni entender, sin palabras;
el ósculo de promesas que brindabas.
Parece que nunca fuiste niño;
no conoces la canción de la inocencia:
¿Por qué mundo falsario eres un pillo?
¿Por qué tienes que ser tan sinvergüenza?
Acércate más a mi escondite;
quiero darte una lección de gallardía:
tal vez pueda cambiar tu cauce triste,
para ti, florecerá un nuevo día.
Aprende pues de mi, ha ser decente,
no ensucies más tu boca oscura,
no engañes por favor esa tu gente,
muéstrelas al nacer, tu cara dura.
Enseña la verdad, no ocultes nada;
no entapujes tu lacerada lepra
y mañana, cuando el sol llegue a tu cara,
saldrá más pura el agua de la cuesta.
Aprende de mi infancia ha ser sumiso
y creer en lo bello y lo profundo:
límpiate la cara, feo mundo,
mira que la tenéis cual asco piso.
Ahora que te he dicho tal verdad,
que sabes que sé de ti más de mil cosas,
no trates de mostrar tu cavidad
ni ocultar tu mejilla en tu derrota.
Acepta que eres un don nadie,
un cobarde y mentiroso,
que de trampas te gastas mil en una:
y yo, que te creía portentoso.
Por eso, te cerré tu boca fea,
por la cual, vomitabas tus locuras:
¿Imploro por tus vicios? No, no creas,
pasé por ti, mucha amargura.
Libre soy de ti, jamás tu amigo,
no me asustan tus grandes bocanadas,
por eso nunca llegaré a tu enramada,
y para hablarte, no buscaré testigo.
Así, lejos y cerca voy andando
sobre este mundo que me lleva;
protesto por el trato que me ha dado
desde el día que mi alma se hizo bella.
Hoy comparo aquel mundo grandote
con el pequeño que tengo ante mis pies,
ganas de llorar me da al instante
al ver que no es hoy, igual que ayer.
Tanto respeto, bondad y tan sumiso;
lo veía cediendo hasta el andén.
A las damas, jóvenes y ancianos.
De sombrero en la mano: ¿Quién a quién?
Demostraba distinguida educación
por las calles, por el campo y la barriada:
¡Qué pulcro, de chaqueta y pantalón!
No tienes de eso ya, no tienes nada.
Desnudo por las calles te paseas
con hedor a yerbas y drogado;
del ambiente venenoso que respiras:
duras poco mundo infame, mundo odiado.
Soy ya libre de tu zarpa:
déjame decirte una vez más:
No me brindes esas tus miserias,
pues no las usaré nunca, jamás.
Acércate más, mundo afligido,
te daré el perdón y mil caricias;
demos le al pasado tal olvido,
emprendamos el camino con primicias.
Reinaldo Barrientos G
Rebaguz
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