La noche se hacía larga en la trinchera, el frío calaba los huesos y el hambre era urgente.
Para mitigar tanta desolación me puse a leer una carta de María, ella me ayudaría a salir airoso de éste difícil momento, sabía que al regresar a mi Corrientes natal, me estaría esperando.
Amor mío: mi querido Juan, espero que cuando recibas éstas líneas te encuentres bien. Nosotros desde aquí rezamos cada día el santo rosario para que la virgencita del valle los proteja.
Dice el padre Andrés que la guerra está por terminar, parece que viene el Papa para que se firme la paz y a su decir, cosa que creo es cierta, será lo mejor. Al fin de cuentas tanto lio por un pedacito de tierra y agua.
Ya sé, no te enojes, ya sé, a la Patria hay que defenderla, hasta con la vida, eso me dijiste cuando te acompañe al camión que te llevaba a Córdoba para tomar el avión.
Pero que querés Juan, yo creo que el padrecito tiene razón, ésta guerra es inútil todas lo son, total, nosotros vivimos aquí en Corrientes y nos basta y sobra la tierra y el agua.
Espero que hayas recibido el pullover que te tejí y los chocolates.
Te abrazo fuerte, siempre tuya, María.
Juan masticaba un pedazo de pan duro y se abrigaba con un trozo de manta vieja, la noche cerrada se ilumino con los primeros disparos.
Sus compañeros que hacían guardia fueron atacados por la espalda, desde la trinchera el ruido ensordecedor de las balas mezclados con un horrible olor a sangre hicieron que Juan se haga un bollito en el pozo.
Vamos, vamos dispare soldado, le espetó un teniente.
Salga carajo, defienda su trinchera.
De un salto Juan salió del pozo, las balas silbaban a su alrededor-se quedó inmóvil-, a su lado Ignacio, su mejor amigo yacía despedazado víctima de una granada, su rostro aún con vida, derramo unas lágrimas y alcanzó a decir, te quiero hermano!.
Caminó largo rato guiándose por las luces del combate, perdido, sin rumbo, a su alrededor sólo muerte.
Se sentó sobré una piedra, sacó de su bolsillo la carta de María, se abrazó a ella y gritó, guerra de mierdaaaa!!! En ese instante una bala atravesó su pecho.
Nanajua. |