Apareciste de la nada,
bajo el cielo de un día corriente.
Mirándote estoy,
desde un rincón distante,
donde no puedas verme.

Tu mirada,
Tan vacía y a la vez tan profunda,
pareces estar cansado de tu lucha constante por sobrevivir,
tratando de respirar
allá lejos,
en tu mundo bohemio.

Cargas en el alma el dolor de un amor perdido.
Buscas incansadamente un refugio donde tus sueños puedan reposar,
pero tu invidencia te impide ver otros mundos
y las escenas iterativas de tu lienzos danzantes hoy te han hecho llorar.

Finalmente llegaron...
las últimas miradas imborrables en la memoria,
las últimas sonrisas que fueron desdibujadas por la fortuita frialdad de la indiferencia
y tus palabras...
las últimas del día,
resonando en los espacios vacíos de mi corazón libertino.

No me has dejado dormir esta noche.
Noche que se ha vuelto eterna y lacerante...
Al fin,
los extensos minutos vacilantes,
han marcado las tres de la madrugada en el reloj del olvido.