01. GABIH
- Su situación ha mejorado considerablemente - decía una voz - No estamos seguros pero creemos que ambos ya han completado el Teilen Dilecto-
NOTA: Teilen Dileto, Teilen=Compartir, Dileto=Placer, una forma educada de decir sexo. (Todas las notas son del escritor).
¿Tan rápidamente? - se sorprendió otra voz distinta - Que increíble, normalmente las hembras jamás se conforman con el macho al que son asignadas. Siempre ponen una excusa tonta y se niegan a realizar el ritual.
- Pero recordad que esta hembra no es como las demás - dijo la primera voz - Y tampoco este macho es como los otros, es un sobreviviente de la guerra, tiene el vitali de muchos hombres.
NOTA: Vitali, cuando alguien mata a alguien, se dice que obtiene su vitali.
Mucho más que los machos que jamás han tomado un arma en sus manos. Y su hembra en cuestión, al ser de las tribus salvajes del más allá de Bria, solamente escucha a sus instintos salvajes y suele tener problemas de sonambulismo. Al no darse cuenta de lo que estaban haciendo, ambos lograron completar el ritual.
- Y han sido los primeros en completarlo de esta Nuevasangre - dijo la segunda voz - Muy interesante, realmente intrigante. Observe con mucha atención a estos dos, madame Doria, estoy realmente interesado en saber su evolución junto a los demás nuevasangre.
- Si, lord Burihall, le prometo que los mantendré vigilados.
Gabih escuchó los pasos que se alejaban de la habitación. Acto seguido oyó una puerta que se abría y se cerraba de inmediato, solo entonces abrió los ojos, cansado de fingir que dormía.
No había entendido ni la mitad de las palabras que habían dicho aquellas dos personas, pero de algo estaba seguro, su presencia en aquel lugar así como la de la joven hermosa que seguía dormida a su lado, abrazada a él, no era casual, ni tampoco era por ella. Fueron aquellas personas quienes los pusieron a ellos en aquella habitación, para que realizaran el "ritual", que no podía ser otra cosa sino... Ellos habían sido los primeros de seguramente muchas otras parejas que habían sido puestas ahí, quizá en contra de su voluntad, quizá no. Gabih había estado inconsciente, de modo que no podía saber.
Miró hacia afuera, vió que aún era de noche. Un gemido lo sobresaltó, pero era solamente la chica con la que compartía el lecho, que acababa de despertar. Tenía dos ojos rojos como rubíes.
- Has... despertado - dijo Gabih, observando a los ojos a la chica.
- Eh... Ah... - le dijo ella, somnolienta - Me alegro mucho. Mi nombre es Karen, Karen de la Tribu del Sol. - solo entonces Karen reparó en que estaba desnuda y en el lugar donde estaba. - ¿Qué?, ¿Dónde estamos? , ¿Qué ha sucedido?
Colmado de incomodidad, Gabih le explicó a Karen todo lo que sabía y al final del relato estaba entre sorprendida y horrorizada.
- ¡No puede ser cierto! – exclamó Karen, arrebujándose aún más bajo las sábanas y protegiendo su sexo con sus manos como si eso la salvara de algo - ¿Cómo?, ¿Cómo es posible que haya regalado mi primer beso a un completo desconocido?
- Oye, tú fuiste la que se lanzó encima de mí...
-¡Estaba dormida! - grito la chica, horrorizada - ¡nada te daba el derecho de hacerme eso... tu, me has violado!
- No fue así – dijo Gabih, que jamás perdía los estribos por nada - No se en que circunstancias ocurrió todo esto, ni siquiera se si "realmente" ocurrió algo.
- ¡Cállate! - le gritó Karen, que de pronto se había convertido en una fiera. Se levantó de un salto aún envuelta en la sábana destapando completamente a Gabih que se vió obligado a cubrir su virilidad con ambas manos.
Karen se dedicó a buscar ropas frenéticamente por toda la habitación, pero no había nada.
Gabih se preguntó que le había pasado. En un segundo había estado calmada y sonriente como si recordara todo lo sucedido y de pronto lo llamaba violador y gritaba como una loca, o estaba realmente loca, o sufría una desorientación alarmante.
De pronto se abrió la puerta de la habitación y entró por ella una mujer vestida como una sirvienta.
- ¿Qué sucede aquí? – preguntó.
Gabih reconoció la voz, pertenecía a la mujer que recientemente había estado en la habitación, la señora Doria, la cual, al ver a Karen comprendió de inmediato la situación y corrió hacia ella ignorando al joven .Le dió un fuerte abrazo a quien todavía continuaba gritando.
- Tranquilízate joven, por favor, ahora todo estará bien - le dijo la mujer y como arte de magia dejó de gritar.
Doria miró a Gabih - ¿Qué raro, estás muy tranquilo, normalmente estarías gritando y discutiendo con ella? - dijo estrechando aún más a Karen entre sus brazos .
- No me enfado con facilidad - le dijo Gabih - Aunque eso podría cambiar muy pronto. Así que, amable señora, me preguntaba si usted tendría la amabilidad de decirme: ¿Qué está sucediendo aquí?
Por un segundo Doria miró a Gabih a los ojos. La mujer aparentaba unos 40 años, tenía la piel blanca como el mármol y el pelo rojizo.
- Lamento que todo haya sucedido de esta forma - le dijo Doria, como si con eso bastara - Les ruego a ambos que tengan un poco de paciencia. Dentro de unos momentos se les traerá ropa limpia y nueva, podrán salir hacia el Gran Comedor, allí lord Burihall les explicará todo. Hasta entonces tengan la bondad de esperar.
Diciendo esto la mujer dejó a Karen y se retiró rápidamente, cerrando la puerta tras sí.
- ¿Qué diablos estará pasando? - se preguntó Gabih - Hemos sido traídos a este lugar y puestos aquí al azar para que hiciésemos algo, ¿pero por qué?, ¿cuál es el propósito de todo esto?. Karen imaginó que tú también eres una víctima de esta horrible situación ya que no sabes nada.
- Así es – respondió Karen, lamento mucho haberme puesto así, tú no eres un violador después de todo. Sin embargo no puedo perdonarte el hecho de que me hayas dejado hacer lo que sea, aún cuando yo no estaba en mis cabales, por eso te odio.
- Lo siento, pero es que cuando me tocaste sentí algo tan genial y eso fue solo al tacto, cuando me besaste me pareció que me iba a morir de placer.
- ¡Por dios, deja de hablar así! - gritó Karen. Sin embargo aquella descripción tan intensa le llamó la atención. Karen dió dos pasos inseguros hacia Gabih.
Karen alzó una mano y acercó el dedo índice hacia la frente de Gabih, entonces lo tocó. El joven cerró los ojos inmediatamente y no pudo evitar emitir un sonido, fue algo muy placentero, sin embargo Karen no sintió nada, por lo que retiró el dedo.
- ¿Lo ves? - le preguntó Gabih.
Ella supo que tenía razón pero, ¿por qué ella no sentía nada? eso le preocupaba, se dió cuenta entonces de los vendajes que Gabih llevaba.
- Gabih, dijo Karen- todo tu pecho está vendado y tu cuello tienes dos pequeñas manchas de sangre.
- ¿Qué? – Exclamó Gabih - No puede ser, tú también tienes esas manchas
- ¿Qué quiere decir eso?, continuó preguntando perplejo.
- No lo sé - Gabih es otra pregunta que podemos añadir, espero que ese Buraihal pueda aclararnos todo.
- ¿Qué es lo último que recuerdas antes de haber despertado aquí?
- Recuerdo que mi hermano me dió un brebaje, como una poción mágica para tener suerte en el amor, luego de eso desperté aquí, demonios esto no es a lo que yo llamo suerte!...
Gabih y Karen estuvieron sin hablar largo rato, el chico comenzó a sospechar algo turbio.
De pronto se abrió la puerta, un par de doncellas que llevaban vendados los ojos entraron y dejaron sobre la cama ropas de hombre y de mujer, retirándose de la habitación sin articular palabra alguna.
Gabih tomó su ropa y Karen la suya, eran prendas propias de gente noble, ninguno de los dos jamás habían soñado con vestir así.
Para Gabih un traje elegante de color negro y para Karen un vestido rojo de seda china. Una vez vestidos y calzados salieron al exterior.
Para su sorpresa se encontraban en una mansión muy lujosa, con paredes pintadas de vivos colores, decorada con finísimos tapices y estatuas gigantescas. Afuera los esperaban las mismas doncellas.
- Por aquí, por favor - dijo una de ellas. Ambas echaron a andar por el pasillo seguidas por los jóvenes.
El gran comedor de la mansión estaba lleno de ornamentos, estandartes, tapices, cuadros, reflejando escenas tanto grotescas como pacíficas, todas en colores negro y rojo. La parte más imponente era el enorme vitral rojo de la pared ubicada al norte del palacete, mostrando la silueta de la cabeza de un animal que podía ser un lobo o un zorro... Gabih no estaba seguro. Una mesa dispuesta para cincuenta comensales se hallaba abarrotada de personas.
Inmediatamente Gabih se percató que se trataba de parejas jóvenes de ambos géneros, al parecer no superaban los veinte años de edad.
En la cabeza de la mesa, se distinguía un hombre cuya piel no podía ser más blanca de lo que ya era, contrastaba con sus negros cabellos y un atuendo de igual color.
A la derecha se sentaba una mujer vestida de un color rojo intenso, los jóvenes la reconocieron, se trataba de Doria.
-Pueden tomar asiento- indicó una de las mujeres que llevaba los ojos vendados.
Había mucho lugar disponible en la mesa y Gabih dejó que Karen eligiera.
Esta se decidió por la silla a la izquierda muy próxima a la cabecera de la mesa, así podría escuchar mejor, Gabih la siguió, sentándose ambos junto a una pareja que parecía no congeniar muy bien.
- Bienvenidos sean todos, mis queridos huéspedes - comenzó a decir el hombre con grave voz - Mi nombre es Burihall Raitar. Sé que todos tenéis miles de preguntas, no os preocupéis, todas vuestras dudas serán evacuadas en este instante... en primer lugar, debéis saber que todos ustedes, para el resto del mundo, están muertos.
Un mutismo sepulcral recorrió la sala- silencio de muerte- irónicamente pensó Gabih.
- Me explico - prosiguió Burihall, haciendo una pausa - si todos guardáis recuerdos, sabréis que antes de despertar aquí estuvisteis en una situación muy cercana a la muerte. Sin embargo, fuisteis rescatados por mis vasallos y por mí, puesto que vuestras vidas, entre las miles que se pierden, son particularmente especiales y por lo tanto indispensables. No preguntéis nada aún, señor Kartman, dejadme acabar primero. Sí, se todos vuestros nombres, de donde provenís y todo eso, puesto que sus vidas fueron cuidadosamente estudiadas por mi clan. Habréis notado, luego, que todos tenéis vendajes en vuestros cuellos - todos hicieron murmullos de aprobación - exacto, pues, las heridas que tenéis son la prueba de que habéis regresado de la muerte, gracias al poder del Clan de la Sangre...
Una exclamación colectiva se elevó en la habitación. Gabih abrió los ojos de par en par chocado por la noticia. “El Clan de la Sangre”, de niño la abuela le hacía historias, como todas las abuelas del mundo... el “Clan Maldito”, como también le llamaban, era un linaje oscuro que existía desde hacía más de tres mil años en Mundo Onice. Era la decimotercera línea sucesoria, separada de las otras doce debido al repudio de éstas últimas. Un clan cuyos miembros, a través de la magia de la sangre, obtenían poderes inimaginables hasta para los magos más poderosos de las otras dinastías.
El Clan de la Sangre, llamado por el populacho, irremediablemente con un nombre, que hacia estremecer los corazones de los más grandes caballeros. Una palabra por siglos odiada, aunque mucho más temida: “VAMPIRO”.
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