Esta tarde he visto al salir de casa,
a hombres que se sienten solos y salen a la calle en busca de compañía,
pero solo acaban encontrando mas soledad.
acaban en una cabina de ciber-café sobre un teclado grasiento,
acaban para vaciar un poco de esa soledad
que se acumula en los testículos hasta ponerlos duros y dolorosos.
He visto a tres travestis subir a un escenario
para afianzar su vapuleada identidad,
me pregunto si será la forma.
Me lo pregunto porque esta tarde también me he visto a mí,
pasar con mi bicicleta por dos supermercados, tres funerarias,
un salón de pool, una peluquería unisex, cuatro farmacias, una estación de servicios.
Vestirme esta noche para salir a quién sabe dónde a conseguir quién sabe qué,
y darme cuenta que al fin y al cabo si tuviera testículos estarían duros y dolorosos.
que al fin y al cabo yo soy ese hombre solitario que quiere conocer Santiago.
Ciudad pacata, que me sé de memoria.
Que al fin y al cabo todos somos un poco travestis en las noches
que nos tomamos tres piscolas y nos ponemos cariñosos.
Digo, calentones.
Y que el montón de platos sucios que se acumulan junto a mi cama, sobre mi mesa, bajo el computador
se nublen un rato bajo los efectos de alguna melodía familiar.
Nos agarramos a los amigos para no sentirnos tan mal,
sabiendo que mañana nos sentiremos pésimo.
Sabiendo que no son ni tan amigos, ni están tan cerca, ni nos interesan tanto.
Que las imágenes que impondrán esta noche
serán las mismas imágenes que componen 20 noches 20 mil personas en 20 países distintos o similares a este,
que no se conocen, que no se hablan,
que salen a la calle en busca de algo de lo que no tienen idea,
y que mañana se encontraran solas en sus camas junto a sus platos sucios.
Mirarán por la ventana y dirán, ahí va ese hombre solitario otra vez.
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