Maldita sea, la locura de mi alma,
mis sueños aun están tan vivos,
me celan, y me hacen vulnerable.
te vi en mi celda, en mi laberinto.

Podría decir que me estremecí,
pensando solo en ti,
sintiéndome prisionero de mis actos,
y loco de mis pensamientos.

Las oscuras calles, musitan soledad,
esa soledad infernal.
No hay que temer, le dije a mi alma
solo soy yo, contra toda idea inmoral.

Me acorde, de la lujuria de tus ojos,
de la dulzura de tus manos.
Te extrañe, mientras caminaba agotado
cansado de pensar, sintiéndome ahogado.

Respire muerte, cerca de tu pedestal,
en el aire, en el espacio, un vendaval
sujetándome a la baranda
que había anclada a la acera.

Con las manos mojadas por el miedo,
las arroje contra mi pecho,
para sentir mi corazón cansado.
Loco de miedo

Vi sangre oscura.
La que emanaba de tu ser.
La luna, la oscurecía.
Mi cuerpo se estremecía.

Vi tu cuerpo sin vida.
Estabas recostada,
como si una muñeca fueras,
con una herida abierta.

Lamente verte sin vida,
estática, incierta.
Ya tus ojos se apagaron.
Y tu tez se opaco

Verte muerta fue un delirio,
mas aun cuando recordaba,
que fui yo el asesino,
el que cambio tu mirada.

Vi el arma con que te quite la vida.
Impávido lo tome de mi cocina,
un cuchillo, arma perfecta,
para quitarte la vida.

Espere, a que llegaras a tu puerta,
donde vi pasar miles de personas.
Ninguna de ellas, sabia lo que tramaba,
ninguna siquiera lo imaginaba.

Llegaste, me miraste
y me ignoraste,
Estaba sentado en la acera del frente,
mirando impaciente,

Te fijaste en mi mirada.
¿Sospechabas?
Porque abriste esa puerta,
desesperada.

Sentí miedo, te iba a quitar la sonrisa,
pero, no me detuve, cuando cerraste la puerta.
Estaba todo planeado, meticulosamente pensado.
Tu estarías sola, mientras entraba avispado

Girarías el cuerpo, y te sorprendería,
gran sorpresa, algo que lamentaría.
Quisiste gritar tan fuerte,
pero te silencie con la muerte.

El cuchillo entro con facilidad,
acabando lentamente,
quitándote la vida,
trayéndote la muerte

Podran decir que estoy loco,
loco por haberte acabado.
Pero estoy arrepéntido,
arrepéntido de verte sin vida, y sentir miedo

Deslice tu cuerpo en la noche,
hacia tu cama,
te dejaría abierta la ventana,
para que el frio endurezca tu palidez.

Luego marcharía,
donde nadie me encontraría,
donde nadie me acusaría.
Un lugar del que nadie sabia.

Pero al dejarte en la cama,
vi tus ojos abiertos.
Mirándome, siguiéndome.
Entonces tuve miedo.

La muerte me miraba.
No eras tu, era la muerte la que me señalaba.
La que me acusaba.
La que me mataba.

Sentí un dolor en el pecho.
Sali corriendo fuera de tu cuarto.
Resbale con tu sangre negra,
cayendo al suelo como si nada.

Me sentía perseguido,
acorralado, asustado.
Solo te vi persiguiéndome,
azuzándome.

No pare de correr,
hasta que mis piernas me dolían.
Me gire para ver si te había perdido,
pero estabas tan cerca, tan cerca mío.

Grite de dolor…
¡yo te mate!…
¡yo lo hice!…
Déjame solo con mi dolor.

Y acabo todo,
todo se oscureció.
Amanecí helado,
de frio, agotado.

Lleno de dolor,
lleno de miedo.
Ya no podre cerrar más los ojos.
Cuando lo hago, tengo miedo

Tus ojos abiertos, viéndome.
Es la muerte, la que me acusa.
Eres tu la que no perdona.
No podre dormir, me acobarde

Solo cerrare los ojos
Cuando me llegue mi momento,
cuando la muerte me escoja,
como su siguiente victima.

Joer Engels