COINCIDENCIAS
( Sugonal )
La palabra “coincidencia” proviene del Latín (coincidiere). El Diccionario Larousse la define como “concurrir dos o más personas en un mismo lugar” u “ocurrir dos o más cosas a un mismo tiempo” o “tener dos o más personas la misma opinión sobre algo.” Puede que sean diversas cosas que están sucediendo en un período de tiempo relativamente corto en diferentes lugares y con diferentes actores, que a menudo se encadenan para producir buenos resultados y, a la postre, hasta beneficios. O a veces lo contrario, pueden convertirse en tragedias difíciles de imaginar.
Creí necesario incluir este preámbulo para poder explicar más adelante en esta narración cómo las coincidencias influenciaron mi vida y la de mi familia.
No hace mucho leía en un libro, Sincrodestino, escrito por Deepak Chopra, en el cual descifra el significado oculto de las coincidencias en nuestras existencias y crea los milagros con los que uno ha soñado, demostrando que cada coincidencia que ocurre en nuestra vida lleva en sí un mensaje sobre el potencial milagroso de cada momento.
Al escribir sobre las coincidencias del Universo, el Dr. Chopra expresa que nada existiría de no ser por una extraordinaria serie de coincidencias. Al referirse al Big Bang que originó nuestro Universo, en ese momento las partículas que formaban la materia que se creó era levemente superior al número de partículas de antimateria, las cuales colisionaron procediendo a destruirse entre sí. Este desequilibrio llenó el Universo de fotones. De esta desnivelación inicial hubo algunas partículas de materia que sobrevivieron a esta aniquilación masiva dando origen, entonces, a lo que se conoce como mundo material.
Usted que lee estas líneas y el resto del Universo incluyendo las estrellas y las galaxias, somos restos del momento de la creación. Si la cantidad de partículas hubiese sido un poco mayor, las fuerzas de gravitación habrían forzado al Universo en su etapa de creación a colapsarse en sí mismo, formando un inmenso hoyo negro, lo cual significa que usted,yo, estrellas y galaxias, no existiríamos.
Ahora, si la cantidad de partículas de materia hubiese sigo un poco mayor, el Universo habría tenido una acelerada expansión dejando sin alternativa la posibilidad para que se formaran las galaxias.
Los primeros átomos fueron de hidrógeno. Si la notable fuerza que sostiene el núcleo de un átomo hubiese sido algo más débil, el deuterio que es el estado por el cual pasa el hidrógeno antes de transformarse en helio, no habría existido y el Universo hubiese continuado siendo hidrógeno puro.
Por otra parte, si las fuerzas nucleares hubiesen sido un poco más fuertes, la totalidad del hidrógeno se habría quemado dejando a las estrellas huérfanas de combustible.
Entonces, tal como la fuerza de gravedad necesitaba tener exactamente la fuerza que tuvo y las fuerzas electromagnéticas que mantienen en su posición a los electrones necesitaban ser exactamente como fueron, ni más débiles ni más potentes para que las estrellas se transformaran en supernovas y se desarrollaran los elementos pesados, así ocurrió.
El proceso del oxígeno y el carbono, básicos e indispensables para el crecimiento de los organismos biológicos, demandó muchas coincidencias desde el momento en que ocurrió el Big Bang.
El fantástico acontecimiento de que existamos y existan las estrellas, galaxias y planetas, sin duda que es un hecho tremendamente improbable. Dicho en otras palabras, una total coincidencia. Es un milagro que ocurre en el principio del Tiempo.
Si hubiésemos podido ver el Universo en un determinado momento de aquel tiempo, habría sido imposible distinguir el patrón que se estaba desarrollando. Cuando las estrellas se estaban formando, no habríamos podido imaginar a los planetas ni a los leones, los cocodrilos, las aves y los insectos, ni mucho menos a los seres humanos.
Cuando el espermatozoide penetró en el óvulo para formar al ser humano que ahora somos, nadie podría haber imaginado la fantásticamente increíble historia de nuestras vidas, las contingencias de nuestro pasado, las personas que conocerías, el amor y los hijos que generarías y las huellas que dejaría tu paso por nuestro mundo. Sin embargo, aquí estamos. Somos una prueba viviente de los milagros cotidianos.
Sabemos que no podemos ver los milagros como vemos los trucos de magia, con su recompensa inmediata. El hecho de que no podamos ver los milagros como apreciamos estos trucos no significa, en absoluto, que los milagros no estén sucediendo. Muchos milagros necesitan tiempo para darse a conocer y para que realmente sean debidamente apreciados.
El lunes 09 de mayo de este año, hoy se cumplen algo más de nueve semanas, perdí a mi esposa en un trágico accidente doméstico que le costó la vida. Hubo muchas coincidencias que, lamentablemente, la llevaron a la muerte.
Ella estuvo afectada bastante tiempo por una dolencia cardiaca que la mantenía la mayor parte del tiempo en cama. Unos meses antes de su muerte le habían colocado un marcapasos para normalizar su ritmo cardíaco y se sentía mucho mejor. La cuidaba los días hábiles de la semana Rosita, una mujer que estaba en casa más de cuarenta años y que había criado a mis hijas Irene y Paulina y a la que consideramos parte de la familia.
El día de la tragedia Rosita llamó por teléfono a Irene pues estaba enferma con gripe y temperatura avisando que no podría venir. A su vez, Irene tenía diligencias importantes que hacer en el centro, y se retrasó un poco en salir de casa, indicándole a su madre que no se levantara hasta su regreso, que ella se haría cargo de prepararle el almuerzo y otras tareas de Rosita cuando regresara del centro.
Por alguna razón, las diligencias de Irene se demoraron más de lo presupuestado por la cantidad de personas que llegaron antes que ella. Además, en el regreso a casa pasó a un Supermercado a comprar algunas cosas que le hacían falta para preparar el almuerzo.
Al llegar a casa Irene encontró que había olor a humo, y al abrir la puerta de la cocina se encontró con un espectáculo dantesco: su madre en el suelo, su ropa de dormir, la mayor parte de fibra sintética aún ardiendo y la cocina sacada como a la fuerza de su calzo normal. Los muebles de la cocina y el papel de las murallas aún con pequeñas llamas. A sus gritos desesperados
vino una joven vecina recién recibida de la carrera de Medicina que trató de revivir a Iris, así se llamaba mi esposa, pero todo fue en vano. Había fallecido carbonizada, lo que fue comprobado posterior a la investigación que efectuó la Policía Civil, Carabineros y Bomberos que acudieron a la casa, por el Instituto Médico Legal. Eran las dos de la tarde y me encontraba haciendo clases cuando me avisaron.
El resto es historia, dolor, pena, inconformidad. Ella era ya una anciana y estaba más cerca de que su muerte hubiese ocurrido a manos de una enfermedad y no en la forma trágicamente brutal en que le llegó su fin.
La investigación de rigor efectuada indicó que su muerte se debió a la inflamación de la cocina pues ella había dejado, después de abrir la llave de paso del gas, abierto el gas de uno de los platos de la cocina sin prenderlo. El gas se habría propagado por toda la cocina mientras ella se dedicaba a reunir los alimentos que usaría en la preparación de su almuerzo. Irene se demoraba en llegar, probablemente tenía hambre y decidió cocinarlo ella misma. No se percató del olor a gas que ya estaba en toda la cocina pues estaba con un fuerte resfriado que le había bloqueado el olfato. En algún instante prendió un fósforo produciéndose la explosión que removió la cocina de su calzo, prendió los muebles, parte de las paredes de la cocina y rápidamente su ropa de dormir, calcinándola.
Muchas coincidencias en la ocurrencia de esta desgracia, sin duda. Pero así suceden las cosas; así se encadenan en poco tiempo los acontecimientos, en este caso con resultado fatal.
Me tocó por disposiciones del Instituto Médico Legal, reconocer su cadáver. Nunca olvidaré lo que ví por el tiempo que me queda por vivir.
En medio de mi pena y el dolor de mis hijas, le doy gracias a Dios, ya que el incendio no se propagó más allá de la cocina.
De acuerdo a sus deseos, la llevamos al Parque del Recuerdo en Concón, donde descansa en paz junto a su hermana Olga.
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