Le quema la rutina el tiempo
en ese aroma a café recién tostado
encontrando algo que se quede
a esperar que lleguen los días finales
de aparentar ser alguien que no es.
Julio “El Tigre” Solís, culatero, pa mas datos,
parido por Marcos Paz o cerca, no importa.
Criado aquí o allá, no recuerda, lo admite.
Buen guitarrero, mejor tirador y cuchillero,
delincuente pero honrado. Nunca cantor.
El ritmo de la vida lo trajo a los tumbos,
hace ya tiempo siente sufrir la carne,
y los huesos, y los nombres de los hombres,
los que apañó, sacando la cara por ellos,
y los otros, cuya vida no tenía sentido y borró.
Siempre hay un después, decía “El Tigre”,
y se perdonaba ser poeta del apriete o la muerte.
Sendas confusas son las cicatrices de su cuerpo,
memorias de alguien para otros, las de su alma.
De los hombres de madera se sabe el último.
El banco de los años le depositó setenta
y el descubierto en la cuenta del amor,
un regalo que lograr no ha podido nunca.
Paradoja con mucho gusto a confesión,
la dulzura de una compañía que jamás tuvo.
Ahora sabe que es alguien que no es,
empieza a pesar el vacío sin calor,
la leyenda de Julio “El Tigre” Solís,
culatero pa mas datos, solo la olvida él.
Y así se anda, sentado frente a su café,
con las manos, en los bolsillos de la piel.
Culata: (lunfardo) guardaespalda, matón. |