Soy aquel huérfano que nunca aprendió a amar y hace poemas mientras llora e imagina como sienten al ser amor.
Envidio por la ventana a esos cálidos corazones rotos, a los desencantados, a los roídos, a los destruidos.
Explico, remarco, conceptuó y presumo un amor de diccionario, de institución, un amor que no compro, que no siento.
Lo busco por excepción, por comparación y por inferencia; por suerte, por mala suerte, por azar o por destino.
Lo tomo entre mis manos, lo exprimo, lo muerdo, lo maldigo, pero nunca lo hago mío. Pero nunca, nunca lo hago mío.
Sentado espero la sentencia, la incongruencia; como un rayo, como es el amor. Sentado espero que alguien pueda destrozarme el corazón.
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