LA MANO LARGA

Siempre me he preguntado por qué el ser humano de cualquier sexo, condición o raza, tiene la irrefrenable tentación de hacer suyo aquello que no lo es; en pocas palabras, ¿porqué le gusta robar?. Sobre todo, a aquellos que nos movemos en las sociedades capitalistas y que accedemos a ese hermoso mundo paralelo llamado “ El Centro Comercial ”. Esta actitud tan particular puede adornarse en el rico castellano con verbos tales como, sisar, hurtar, birlar, levantar, chorar... si es lo que yo digo, es como la polla o el coño, que tienen mil nombres porque los tenemos todo el día en la boca...
¿ Quién no ha robado alguna vez? Todos somos un poco canallas, unas golosinas, un lápiz, ¡ah¡ comerse algo dentro del super y no pagarlo también es robar, que conste.
Pero no debéis sentir arrepentimiento, gracias a todos nosotros le estamos dando miles de puestos de trabajo a criaturitas que no valdrían para otra cosa, son los vigilantes o seguratas, claro, yo lo entiendo te dan una porra y una gorra y se te va poniendo una cara de Pinochet que menuda mala hostia.
Pero os confesaré que yo nunca había robado, me daba miedo, vergüenza, mas un día me armé de valor y decidí ir a un Super a robar, eso sí antes planifiqué hasta el más mínimo detalle, pues no me gustaba dejar cabos sueltos y ya había oído hablar de los interrogatorios que sucedían en los subsuelos de los grandes almacenes. Lo ideé como una unidad didáctica ( de algo valdría mis años universitarios), de esta manera podría ser útil a otros cuenteros no iniciados en el hurto comercial, ahí va:
UNIDAD DIDÁCTICA Nº1
Tema: Como obtener un queso manchego “curao” redondo de cuatro kilos sin gastar un níquel.
Objetivo general: Robar un queso de los buenos, comérselo y quedarse tan pancho.
Contenidos.
conceptuales: Interiorizar los conceptos básicos para realizar un robo.
Procedimentales:- manejar las distintas técnicas del truhanaje hispano.
Actitudinales: -Apreciar el sabor de un buen queso que ¡ qué cojones! No hemos pagado leches.
-Adquirir hábitos asociales e irresponsables que nos permitan robar sin llamar la atención ni tener remordimiento.
Metodología: pedagogía barrasiana, es decir, sino te han visto no has sido tú. Y si te han visto... dices que tienes un hermano gemelo y que habrá sido el otro ( siempre con lágrimas en los ojos).
Materiales: Chandal, deportivos, un bombo de detergente , barra de pegamento, tu mujer, tu niño y suerte.
Desarrollo: Entramos en el super empujando el carro y observando la lista de la compra, de esta manera pasaremos desapercibidos como una familia más.
a continuación nos dirigimos a la sección de detergentes y elegimos un bombo cilíndrico de detergente en polvo, el más grande que haya; seguido nos vamos a la sección de quesos, derecho a los más caros, esos que con sólo olerlos ya nos salen llagas, elegimos uno que quepa en dimensiones tanto anchas como profundas y lo colocamos en el carro. Ahora viene lo más difícil, introducirlo en el bombo, bien, subimos al niño al carro, que con arte milimétrico y previo ensayo casero consigue extraer el hilo que une la tapa al recipiente, a continuación nos dirigimos a la sección menos visitada, la de los vinos gran reserva, colocamos al niño y a la señora como vigías y realizamos el cambio, volvemos colocar el hilo y pegamos con una barra de cola escolar.
Ahora a la caja, es nuestra aduana, nuestra frontera, hemos de conseguirlo, introducimos en el carro algunos objetos más, que sean baratos, ya estamos en la caja, la cajera tiene cara de cajera, mastica chicle y lleva un colgante de oro en su cuello que pone Vanesa...
Primero ponemos en la cinta los objetos inservibles, todo va bien, llega el momento de colocar el bombo y ...¡ pita, coño, pita! Ha saltado la alarma, no nos “alarmemos”...
Sonreímos y recordamos que no hemos quitado el código de barras al queso, la cajera da vueltas al bombo. Lo vuelve a pasar por el scaner y vuelve a pitar, ya llega el segurata, volvemos a mirarnos y sonreírnos; la cajera y el segurata observan minuciosamente el bombo de detergente, ¡ mierda! Pegué mal el hilo y sospechan algo raro, tiran de él y levantan la tapa, se me calientan las orejas, a mi señora le da el temblique del ojo derecho y el niño se hace pipí. El segurata saca el queso y lo levanta en alto ( está fuerte el cabrón, cogí uno de cuatro kilos y medio...) ante la enorme cola de conocidos y vecinos del barrio que hay en la caja...
PLAN B: mi niño mi mujer y yo nos abrazamos formando una piña y gritamos muy alto mientras saltamos “¡ nos ha tocado un queso!¡ nos ha tocado un queso!.
¿ qué cómo acabó todo? Muy fácil, pusimos una hoja de reclamaciones por falsedad en las promociones de sus productos y les advertí de la posibilidad de trauma psicológico para mi niño, pues nunca le había tocado nada, y llega la primera vez y mira lo que pasa. El supermercado nos pidió disculpas por lo que creían un sabotaje de algún empleado rencoroso, a pesar de todo nos regalaron el queso y además un buen vino.
Ahora estoy hablando con mi mujer que en donde coño podríamos esconder un buen jamón de pata negra para pasarlo por caja...que poco bien nos vendría para la navidades, eso sí, en otro supermercado que en ese ya nos tienen vistos.
Jorge Barrasa.2004. Burguillos.