Tijuana BC Jul. 2011. Muriendo con cada respiro.
Quiero agradecer a quienes se han dado a la tarea de leerme y dialogar conmigo.
Gracias por inspirarme a compartir algo de mi vida.
Gracias también a quienes no dejan de darme el ánimo que a veces falta para que sigua escribiendo.
Gracias por volver a leer a pesar de los largos silencios que de vez en cuando me invaden. Gracias a este espacio virtual que permite compartir cosas reales.
Cuando empecé a escribir, no esperaba nada.
No sabía porqué, ni para quién lo hacía.
Y ahora, al saber que alguien me lee, que visita la página para ver que hay de nuevo mientras que yo no publico nada, me intimida.
Claro que me alegra saber que haya quien le interese lo que escribo, sólo que me hace pensar en las atenciones que genero, y esas expectativas me paralizan un poco.
Soy consciente de que son unas expectativas imaginarias y que mis ardores no le quitan el sueño a nadie.
Si lo pienso bien, lo que me asusta es la responsabilidad por lo que hago.
Seguir con la tarea que me propuse y llevarla a cabo, ir mejorando, madurando, perfeccionando.
Aunque cada vez más se me hace obvio que las expectativas no son de nadie más, sino mías.
Igual que la inseguridad y el miedo de no ser capaz de cumplir mi propuesta.
Soy yo quién se paraliza a sí misma.
El proceso del cambio es lo mas difícil y se aprende con el tiempo, primero hay que pasar por una revuelta en contra lo establecido, para definir quien soy, y cuando se sabe, de repente me doy cuenta de todo lo que puedo hacer y cuanto valor tengo.
Durante los últimos años he descubierto varios mundos en mí.
En estos mundos habitan varias actitudes con las que trato de convivir.
Sospecho que siempre han estado ahí, sólo que últimamente algunas han crecido mas rápido que otras.
Se parecen bastante aunque a veces me piden cosas que no les puedo dar, algunas son tan rebeldes que hasta quieren todo lo contrario que las otras.
Y yo no puedo hacerles caso a todas.
Quisiera hacerlas felices a todas y hasta ahora, siento que nada hago bien, lo sigo intentando, y así no estoy bien en ninguna parte.
A veces me olvido y los mundos dentro de mí aparecen cuando menos lo espero.
Quisiera encontrar las sendas que conecten esos mundos dentro de mí.
Que le dieran sentido a mi existencia, y me enseñaran hacía donde ir.
No soy inquieta, soy alguien que donde esté, busca su hogar, soy alguien que pretende dormir siempre en la misma cama.
Aunque también, alguien que no espera quedarse en un solo mundo sólo porque tenga que quedarme entre ellos.
Por una parte estoy acostumbrada a jugar ese papel, crecí entre géneros sin pertenecer a ninguno y considerándome parte de los dos.
Me considero diferente, excluida, aunque con necesidad de aceptación.
No sé a donde pertenezco, si sé que tengo que hacer.
Me puedo dar el lujo de solo pensarlo, y comparar los sistemas que me ha tocado vivir.
Al final, creo que vivir en la margen social, es igual de miserable que vivir sin libertad.
Porqué ¿cuanta libertad tenemos l@s integrantes de la comunidad LGBTI?
La falta de libertad nos lleva a la parálisis, igual que acostumbrarse a vivir en los márgenes de la invisibilidad social.
La falta de libertad es vivir en la parálisis, y vivir en los márgenes de la invisibilidad social, es falta de libertad.
En esos días una se da cuenta de las cosas que está dejando atrás.
De repente las cosas invisibles se hacen significantes, porque al final son ellas que forman nuestras vidas.
Y son las que extrañamos después de estar más tiempo fuera del hogar.
Y luego hay momentos que no siempre valoro, aunque son los que me hacen saber donde tengo la casa, los que hacen que vuelva
A veces no tengo nada para dar, y el abrirme me trae demasiado dolor.
En esos momentos todo el amor que tengo lo necesito para mí, momentos en que no quiero saber del mundo, en que sólo deseo cerrar mi cortina y quedarme atrás.
A veces no me reconozco, no soy la que pienso ser.
Y es que es uno de los lapsos en el que ya no me basta ser la que soy, pues descubro que ser mujer implica ir transformándome de una época de la vida a la otra, redefiniéndome con cada papel que me toca representar.
Como un renacuajo que pierde sus aletas al convertirse en rana, yo también pierdo algo de mí en el proceso, hay tantas preguntas y tan pocas respuestas.
Siempre creí que la soledad para mí fue algo natural, aunque, en verdad, nunca estuve sola. Siempre compartía mi vida con alguien, que por alguna razón se consideraba eternamente infeliz.
No fue fácil, siempre intentaba a soportarla, y al fin aprendí a distinguir mi propia infelicidad, al deshacerme de la carga, mi propia infelicidad ya no pesaba nada.
Fue un gran alivio darme cuenta que mi felicidad no dependía de nadie.
Cuando creí que por fin podía estar sola y disfrutarlo, conocí a alguien tan feliz como yo. Alguien quien no me necesitaba para transmitirme sus penas.
Fue un gran descubrimiento, desde entonces tengo mas espacio para mis propios desgarros. Es bonito tener a alguien a quien pueda contar todas mis debilidades y así recargar mis fuerzas, aunque también veo que con ciertas cosas estaré sola siempre.
Existen historias incomunicables, a las que no hay respuestas conciliadoras.
Saberlo da miedo y aceptarlo es lo más difícil.
Parece que en la vida hacemos todo lo posible para olvidarnos de la soledad, buscamos el amor, eso nos ayuda a vivir aunque en realidad seguimos sol@s y eso no cambia.
Y aunque suene raro, el darme cuenta, me tranquiliza, me asusta también, y me hace ver mis relaciones con otro carácter, quizás más realista.
Ya no las veo como algo que me salve de mi soledad, es algo que me ayuda a vivir, me permite sentirme mas libre y la vez responsable por mi propia (in)felicidad
Y sí, estoy terriblemente sentimental, aunque de pronto se me pasa, cuando cierro la puerta de mi casa, por eso se me hace difícil identificarme con la mujer que soy ahora.
Me siento atrapada en el tiempo, un renacuajo sacado del agua pretendiendo seguir nadando, aunque muriendo con cada respiro.
Siento que no puedo seguir así.
Desde BC, mi rincón existencial, donde necesito volverme un ser nuevo, uno que sepa respirar el aire sin ahogarse…y no sé como hacer...
Andrea Guadalupe.
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