¿Te imaginas dónde quedan los impuestos
que aportamos con angustia y sacrificios?:
Lo utilizan presidentes deshonestos,
en el pago exorbitante de sus vicios.
¿Dónde queda del obrero aquel salario,
que en verdad, más que salario, es vil minucia?;
sus impuestos los malgasta un funcionario,
o su esposa, que de compras va hasta Rusia.
Pocas veces has de ver un beneficio
por el pago que se da puntual a Hacienda;
si requieres de algún trámite o servicio,
siempre habrá alguien que a gran precio te lo venda.
Pero, ¿Cómo los impuestos son empleados?,
el pensar tan sólo en ello es un enredo:
Lo recibe picaresco el diputado,
cuyo oficio es levantar tranquilo un dedo.
¿Entre cuántos ese ingreso es dividido?,
la pregunta puede ser sin duda extraña:
¡Es posible que el dinero vaya a España,
o sea empleado por algún voraz partido!.
¿Dónde quedan los recursos financieros?,
¿en qué acciones se utiliza aquel dinero,
que jamás nadie conoce en que termina?.
Se utiliza para dárselo a banqueros,
evitando que se queden en la ruina.
Los gobiernos sólo pugnas ocasionan,
sus “acuerdos” son estériles y vagos,
utilizan los impuestos en el pago
de burócratas, que casi no funcionan
¿Dónde queda hoy el impuesto y su abundancia,
sano fruto del que lucha desde abajo?;
su dinero, que es producto del trabajo,
lo recibe un senador como ganancia.
Continuemos con tan sano y viejo oficio,
pues, Hacienda, necesita más impuestos
que mantengan al burócrata en su puesto,
¡perpetuando, de este modo, el desperdicio!
AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO.
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