una copa lleva a la otra... tengo cáncer, me dijo el español... ¿vas a morir?, pregunté... ¡no!, gritó... se paró y salió de mi cuarto... quedé enfrente de mi copa y ya solo, acabé una copa mas hasta acabar la botella de vino completa... quedé dormido cuando escuché golpes en la puerta de mi cuarto... me levanté y pregunté quién era... un condenado, respondió... ¿qué desea?, pregunté... ¡vivir!, gritó... eso es imposible, le dije, todos vamos al final del camino, allí donde vuelan las aves negras dentro de un cielo gris y vacío... silencio... mas silencio hasta escuchar los pasos del condenado... iba a tirarme al lecho cuando encontré otra botella de vino sin destapar... sonreí y la tomé en mis manos... abrí la tapa y la tomé con toda el alma... estaba ebrio, pero, no lo suficiente... terminé la botella... la dejé en el piso cuando vi a una cucaracha acercarse hasta la punta de la botella... ¿tienes sed?, le pregunté a la cucaracha... ella movió sus antenas, sus ojillos negros brillaban como luceros y sus patas llenas de espinas se movían como cuando un toro está a punto de embestir... le di un manotazo y la vi quieta con una grasa amarilla esparciéndose por todo su entorno... sin embargo, la cucaracha se paró y siguió caminando hasta beber de la botella de vino... ¿eres eterna?, le pregunté... una parte de mí sí lo es, y otra no, no, por supuesto que no... ¿qué parte no lo es...?... la cucaracha se acercó hasta casi tocar mis ojos y susrró algo que nunca olvidaré... el aliento, dijo mil veces hasta desinflarse totalmente como una carpa de circo vieja... cerré los ojos y me dispuse a dormir, pero fue imposible... todo me daba vueltas y vueltas hasta no poder mas... luego, vi como un aire dulce brotaba del fondo de una parte de mi ser, acariciándome como si fuera su perro... |