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No vivo solo, mi mamá se sienta todas las noches con su mamá a contar historias, yo me hago el dormido y debajo de mis cobijas escucho. “antes se llamaba villa viciosa de la concepción” y entonces quien le puso san juan de pasto decÃa mi mamá interrumpiendo a mi abuela, bueno le voy a contar desde el principio, bueno desde que me acuerdo…. Y mi abuela comenzó desde mucho más principio del que me imaginaba.. Yo era todavÃa bien chiquillita y mi papá me llevaba haya a parquecito de “rumipamba”, a las fiestas de San Juan Bautista, toditos la pasaban bien contentos pero más que todos la que gritaba y sonreÃa era marÃa piña y eso que solo tenÃa un diente pero de oro puro mija, mi mamá sentada escuchando como una niña y yo tapado con las cobijas para que no se den cuenta que también escuchaba la conversa pero mi abuela continuaba “esa guagua si era trabajadora, toditas las mañanas madrugaba a repartir la leche con esos collares chistosos de pepas baratas que le regalaban las vecinas, pero para ese del pedro bombo no eran tan chistosos pues a cada rato la miraba además que ruido que hacia ese verraco con un tambor haya en rumipamba y ni feo era pero MarÃa Piña esa si no era quisquillosa y le sonreÃa con el diente, pero par de locos el uno con el casco de la defensa civil y la otra con las cantinas de leche…” jajajajaaaa interrumpe mi mamá y …. Que paso….” Uuuu mija si le contara continua mi abuela ese del pedro si era descarado andaba desgualangado con su saco derrandado con bolsillos al tope de melcocha y colgado al hombro un pañuelo o una guasca de cotero de cuando trabajaba por halla en la Merced y cuando se reunÃa gente viera eso si no podÃa quedarse quieto gritaba con una bocina de lata y pedazos de tarros, empanadas, los tamales y cualquier misa que estaba a punto de comenzar. En una de esas otro grito se escuchaba, platos, jarras, aguardiente, ese grito era de don Rosendo Santander pero mi todo el mundo le decÃa “El CachirÔ. Ese si era mujeriego y tomador, siempre se chumaba los domingos y si se emborrachaba arto cerraba el maletÃn y el negocio culminaba con un letrero que decÃa “Cerrado por inventario” y continuaba tomando su aguardiente Galeras. No no no, me acuerdo de un dÃa que ese bandido se esmero en venderle chucherÃas a MarÃa Piña, eso si tenÃa de todo: corbatas de colores, medias, brasieres, pañuelos pero como era de esperar eso no serbia ni para alguien normal; bueno mija mañana le sigo contando. Hora de dormir también para mi, las luces se apagaron pero mis sueños continuaban entre estrellas y caras blancas tanto o mas que las paredes de mi cuarto, la memoria escondida en la mañana y el sol en la ventana anunciando el despertar de un nuevo dÃa y esta vez fui yo quien quiso convencer a la abuela a contar sus historias. “abuelita cuénteme de cuando era niña”--”bueno mijo esperemos a su mamá y le sigo contando” tres minutos de espera y su voz entrecortada comenzaba un nuevo relato, una vez en plena fiesta un sacerdote se apareció en medio de la plaza de toros en un caballo oriundo, su cara era blanca y pálida como la pared del convento, la cabalgadura era negro azabache y ese animal movÃa nerviosamente sus patas y los cascos de herradura, que sacaban chispas sobre el empedrado de la plaza, Al escuchar los gritos de la multitud les dijo: ¡Pecadores: ustedes estaban esperando el primer toro de esta fiesta del infierno. Pues que salga el primero de la tarde, ¡que salga! Entonces, justamente cuando el cura pronunció estas palabras, un terremoto estremeció a la población, aterrorizando a todos los presentes. La tarde de toros se convirtió en jornada de gritos y lamentos, acabando de repente con la celebración de las fiestas de San Juan, además después de ese susto poco a poco, la plaza se oscureció y se reventó el volcán. Jajaja después de eso todita la gente dio limosnas a las iglesias jajaja si vieran visto ese susto que nos dio. “Y… que paso después abuelita”--- no mijo que tristeza después ya no se oyó el bombo de Pedrito. Mi abuela se entristeció y paro de contar sus historias, un suspiro seguido de otro y yo tampoco le insistÃa en que me las cuente pero mi mamá casi susurrando en medio de la noche cuando las luciérnagas duermen acabo la historia. –“despiértese, no haga ruido que la abuela se despierta y ya sabe como se pone, por haya cuando tenia misma edad suya me dijeron que Pedro bombo remendó el tambor para pasear con el bullicio de su bocina de lata que avivó el paso de MarÃa Piña y El Cachiri que encabezaron el festejo retornando la alegrÃa de las fiestas del Santo San Juan, y de los carnavales de Pasto, Durante tres dÃas de jolgorio, salieron huyendo los colores tristes del negro y el gris, los colores vivos se tomaron el poblado, apareciendo en los labios de las mujeres en flor, y sus festivos trajes. Mientras tanto los ojos de la abuela fingÃan estar cerrados y una sonrisa se escapaba de sus labios. |
Texto agregado el 06-07-2011, y leído por 96 visitantes. (0 votos)
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