Salí temprano tratando de llegar a tiempo a mi trabajo, tantas cosas que me distraen en la calle a veces me retrasan, como pararme en la esquina a leer periódicos, o, tal vez fumarme un cigarrillo, aunque ahora lo he dejado por mi malestar estomacal que cada vez revienta en un tufo de pedos hediondos; a veces solo por puro ocio sentarme en una banca y relajarme un rato pero, las cosas se me van volviendo cada vez más difíciles y el tiempo comienza a valerme dinero y producción .Últimamente trato de tomar mi carro y dirigirme a trabajar .Cuando llego lo primero que hago es buscar los utensilios de costura ,luego mi banca y me pongo en mi maquina .Saco mis lentes ,el carretel y lo lleno de hilo ,lo coloco dentro de la bobina y después en la maquina y comienzo a coser.
Sábado:
Veo una pequeña luz que me estorba, no puedo ver bien el punto en donde debo comenzar y este puntito de luz me molesta, apago el foquito que me ilumina pensando que lo que veo es producto de este foquito que debe ayudarme a ver mejor , o, de una ilusión, pero ya pasara, sigo cosiendo y atracando el bordado y la lucecita se me vuelve una onda de imágenes en movimiento, espectros de luz delgados como cabellos y con volumen parecidos a los fideos y que tal vez sea la última imagen que vea en mi vida. Muy asustado salgo al patio y la visión se me esfuma en un instante del ojo derecho: solo claridad es mi visión. Me tapo este ojo pensando ver algún tipo de fantasía por el cansancio o la emoción, y veo luz; para mi suerte el ojo izquierdo ve bien, trato de tranquilizarme y regreso a mi lugar, antes voy al baño, orino y cuando zarandeo al muñecón una gota de este me cae en el ojo izquierdo, con la misma me seco apurado, salgo sobándome el ojo, choco con la puerta y me doy con la buenísima que dé ya no veo nada. Me quedo arrimado en la puerta y trato de que el pavor no se me note, para mi suerte una compañera me pasa la voz y me coge con cariño del brazo y me dice:”ven acompáñame un ratito“. No quiero que se dé cuenta y me dejo llevar por su cuerpo a donde sea, calladito, buen niño, un perrito y encima ciego.
-Ya se fue la supervisora. Quería que le hagas el favor de traer una bolsita que para serte sincera está muy pesada, no, mejor anda, vete y le diré que traiga a otro.
Los siguientes minutos experimente cierto terror y vi mi vida como un ciego, claro si es que todavía veía. Para ser honesto me dieron unas ganas enormes de gritar y hasta sonreí fantaseado con el alboroto que formaría, entonces caí en la cuenta que solo eran segundos si quería ver algo por última vez y salí para ver alguna planta, solo quería ver el color de los vegetales: verde. Pude ver ese color con más claridad, y vi la puerta del tópico y solo seguí el gras y el verde estaba en todo, toque la puerta, espere unos 10 minutos sin que nadie me abriera, alguien que no pude reconocer me indico que subiera al segundo piso y que allí me atendería, llegue a la oficina y pregunte si me podía ayudar, una señorita delgada y con una expresión- que después entendería – me atendió de mala gana, lo único que le agradecí fue que su mal trato me hizo enfurecer y olvide por un instante mi estado y mentalmente le mandaba “saludos “a su mamá. Sin darme cuenta la vista se me fue aclarando y cuando llego la doctora veía como en el comienzo a esa lucecita que termino por parecer algo gracioso porque cuando la doctora me sonrió la lucecita que veía le cayó justo en el diente dándole un tintineo simpático .Su diagnostico termino por matar todo tipo de gracia y acabe maldiciéndola: gastritis. Jamás entenderé como pudo llegar a esa conclusión tan increíble y errada, claro que a su mamá también le mande “saludos”. Me escribió en un papelito la receta médica y concluyo con una palmadita en la espalda: “tomate la raditidina en las noches”.
Al llegar a mi casa me dolía mucho la cabeza , trate de calmármelo frotándome las sienes y solo logre agravar mi estado de migraña, me eché en la cama y parpadeando decidí ir el lunes al doctor sin saber que vendría lo peor.