Miro al cielo y me cuestiono si terminará algún día de llorar,
Que el color se va con su tristeza y las flores mueren alrededor de su pupila.
Un frío abrazo estremece los pétalos de las Rosas, las copas de los árboles,
hasta las montañas se mueven bajo su manto de rocío,
que congela el Lirio con su indiferente y cruel sequedad
de tristeza contenida en el corazón del cielo.

Espera el día en que el sol venga a apagar la lluvia de sus nubes,
a frenar el doloroso recorrer de los salados ríos por sus montañas.
Mientras la luna compadece su dolor y la acompaña en su noche de amargura,
al llorar las estrellas pierden su luz por no soportar la escena,
la melancolía de viejos tiempos vividos donde el azul es azul, el verde es verde,
y el gris aún no llega.

Ese gris que ahora se refleja en sus ojos, que se llevó la alegría,
que borro de su memoria las coloridas luces de años pasados.
Ahora lloro con ella pues es insoportable ya el presente,
es para mí insoportable ver esos ojos que un día tuvieron vida,
ojos de los cuales bajan cristales como espinas a clavarse en mi corazón.