(sobre La Leyenda de Antuco, autor newen, 22-07-05, aquí)
”LOS QUE VAN A MORIR TE SALUDAN”...
Cada 10 de Julio – fecha de conmemoración de la Batalla de La Concepción, Perú, en 1879, donde murieron 77 jóvenes militares chilenos, oficiales y tropa, renunciando a reiterados pedidos de rendición por parte de la oficialidad peruana al mando de un contingente de 1.800 hombres para capturar ese puesto militar en manos de chilenos – decenas de miles de jóvenes reclutados bajo conscripción obligatoria realizan la ceremonia de Juramento a la Bandera.
Este año, 45 de esos jóvenes reclutas obligados, no estarán presentes en esa importante ceremonia castrense.
El día 18 de mayo recién pasado, los noticieros daban cuenta en forma escueta de que un destacamento del 17° Regimiento de Los Angeles, Octava Región, compuesto por jóvenes conscriptos, se encontraba perdido en el Volcán Antuco
en medio de una tormenta de nieve. Y el día 20 de Mayo, el país se enteraba, horrorizado, de que 45 jóvenes estaban definitivamente desaparecidos y que eran nulas las posibilidades de sobrevivencia.
Y al momento de escribir estas líneas, se han recuperado 26 cuerpos de jóvenes congelados y se mantienen 19 desaparecidos que quizá, por el recién iniciado invierno y la geografía del lugar, nunca puedan ser rescatados.
Duelo nacional decretado por tres días y mediáticas acciones de la Comandancia en Jefe del Ejército para administrar medidas disciplinarias y de rescate de los malogrados jóvenes.
Y ante la conciencia nacional, nuevamente quedan en evidencia, por un lado, el marcado carácter clasista de las fuerzas armadas y, por otro, el aún persistente desprecio por la vida que ronda en esas instituciones, como remanente de la aún no superada dictadura.
Lo que los mismos sobrevivientes han relatado pone en evidencia que el día 18 de Mayo, cuando aún no amanecía, en la zona donde se encontraban refugiados, dentro de un ejercicio militar de alta montaña, se desarrollaba una fuerte tormenta de viento y nieve en polvo – conocida por los montañistas como “viento blanco” -. Y que bajo esas condiciones el oficial al mando del destacamento impuso la orden – pese a la oposición y advertencias de los oficiales de menor rango – de marchar en una caminata de 18 kilómetros de montaña, unas 8 horas de marcha, hasta el refugio militar de La Cortina, en dirección a Los Angeles.
480 jóvenes conscriptos, con apenas un mes de instrucción militar, sin equipamiento apropiado para la alta montaña, salvo lo que sus propias familias les habían adquirido antes de que partieran a ese ejercicio, bajo una violenta tormenta de nieve con vientos de 70 kilómetros por hora, de noche y sin los medios de comunicación con puesto militar alguno, fueron lanzados a una aventura mortal por la pertinaz voluntad criminal de un oficial que aún se cree dueño de la vida de quienes ve como inferiores. Voluntad criminal forjada y ejercitada en los largos 17 años de dictadura.
480 jóvenes, casi niños aún, de edades entre 18 y 20 años, parte de ese contingente de decenas de miles que año tras año son reclutados para el Servicio Militar Obligatorio. Jóvenes que en su totalidad provienen de los estratos más pobres de la población. Hijos de campesinos y obreros que ven en las fuerzas armadas la oportunidad de romper el cerco de miseria a que están condenados. Jóvenes que sueñan con forjarse un destino de hombres dignos en el uniforme militar, y de esa forma contribuir al miserable ingreso familiar, o al menos aliviar la carga durante los dos años de servicio obligatorio.
No es un secreto que ningún hijo de empresario, parlamentario o ministro sea enrolado para cumplir con esta obligación supuestamente para todo chileno mayor de 18 años. Simplemente, si cumplen con la obligatoriedad de inscribirse, no son llamados ni seleccionados por los funcionarios castrenses que confeccionan las listas de los jóvenes obligados. Los jóvenes de las clases dominantes que ingresan a las instituciones armadas, lo hacen a través de los institutos y escuelas matrices, donde la aceptación corre por cuenta de la cuenta bancaria paterna y del apellido vinoso del postulante. Los costos de esa instrucción militar obviamente nunca podrán ser financiados con el ingreso mínimo de campesinos y obreros. Y los jóvenes aspirantes a oficiales de las clases dominantes, egresarán para ejercer el mando militar sobre las huestes de jóvenes proletarios obligados a servir en las instituciones armadas en las labores menores y servicios personales a la oficialidad.
Y, en el eventual caso de conflictos con fuerzas externas, servir de carne de cañón, pues son los primeros en ser movilizados.
En tiempos de paz, son los soldaditos de plomo en los juegos de guerra de la oficialidad y del generalato, apoltronados en sus aposentos de mando.
Y en esos juegos de guerra es donde están expuestos a la arbitrariedad y el voluntarismo déspota de oficiales que aún sienten nostalgia de la dictadura.
No es extraño que antes de esta tragedia, ya sumaban 12 conscriptos muertos en diferentes regimientos y ejercicios militares.
Mirado así, el servicio militar obligatorio no se diferencia mucho de los circos romanos en que esclavos gladiadores entretenían con su sangre a la plebe y a los emperadores. Y lo dijo el senador RN Alberto Cardemil, ex ministro de Pinochet: “Los ejercicios militares conllevan riesgos y esos jóvenes soldados sabían lo que es el servicio militar. Son mártires de la patria”. O como lo dijo Su Excelencia el Presidente de la República: “Son héroes de la paz”. Palabrería hueca para justificar lo injustificable. Simples adornos para el vergonzante circo blanco de Antuco.
Ejercicios militares en tiempos de paz sin ninguna regulación, supervisión ni control, utilizando a los hijos de los trabajadores como carne de cañón, desechable y renovable año tras año, por mandato de la ley.
En realidad, nuestros jóvenes son víctimas de genocidio de los que detentan aún el poder absoluto que les confirió la dictadura y que aún no somos capaces de sacudirnos.
Santiago de Chile, Mayo de 2005
Nota.- Opinión enviada a diveros diarios capitalinos chilenos con fecha 22 de Mayo de 2005 y que obviamente nunca fue publicada. Seguramente, el mismo destino de miles de otros gritos de protesta surgidos del pueblo: el tacho de la basura.
Con todo, esta targedia, el trucamiento criminal de 45 jóvenes vidas de los sectores más desposeídos, sirvió de argumento para finalmente dejar sin efecto la obligatoriedad del servico militar, siendo hoy voluntario.
Cada conquista de derechos de lso postergados, ha tenido su alto precio en vidas a través de la historia.
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