miraba la lámpara encendida de mi cuarto por muchas horas... recordaba a los índios de mi país, mirando el sol hasta quedarse ciegos... todo ellos sacerdotes... la casa vacía, el sonido frío del silencio, estaba en el cielo... los recuerdos apagaron el brillo de la lámpara y de esos recuerdos surgió la voz de todos mis muertos... hablaban y no dejaban de hablarme... estaba en el cielo... una de aquellas vocez me hizo recordar a mi niñez, parado frente a mi casa, un hombre en la puerta, negro, vestido de gris y de ojos muy blancos, alto como el árbol del parque... un ave se puso aa mi lado... ¿sueñas?, preguntó... no lo sé, respondí... el ave caminó y yo le seguí hasta llegar a un abismo... ¿sabes volar?, pregunté... estoy en ello, respondió para luego saltar al vacío y volar así como en mis sueños... luego salté y caí, una vez mas, hasta llegar al fondo de aquel abismo... abrí los ojos y estaba frente a mi lámpara, brillante y fría, así como la noche... estaba en el cielo y el cielo me arrastraba a infinitos sueños...