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Salgo al parque y está todo nublado y el pavimento no del todo seco. Los árboles lucen más verdes oscuros. Y yo saco un poco de marihuana y la meto en la pipa y me fijo que no venga nadie y fumo con cautela. El aire está fresco y tomo otro toque de la pipa de madera. Estoy solo y me siento bien. Poco a poco mis pensamientos se vuelven más acelerados y precisos y el corazón me late como si se fuera a salir. Siento como si me hubiera tirado al vacío y ya estuviera en tierra firme todavía asustado. Entonces comienzo a pensar que puedo morir en ese mismo lugar, así que me siento en un lugar seco. Tengo la boca y la garganta secas. Apenas puedo respirar y una nube se cierne en mi cerebro y lo aprisiona. Estoy agitado y sacudido como una malteada. Entonces me digo hay que estar tranquilo, esto tiene que pasar. Y trato de tranquilizarme y respirar el aire fresco de después de la lluvia. El cielo comienza a despejarse un poco, abriéndose agujeros en la sábana de nubes. Y puede verse un poco de azul detrás del gris y yo no me siento en el cielo, pero estoy bien. Las manos me huelen a fumador de marihuana. Mi cerebro se achicharra. No podría sostener una conversación con alguien normal, así que sigo ahí viendo las cosas del parque. Camino alrededor para ver si así me desintoxico, aprovechando el oxígeno húmedo y denso de la lluvia. Funciona. Entonces veo que el azul es más azul y el verde es más verde. No es nada nuevo. Pienso que no estaría mal fumar un poco más y lo hago. La gente pasa y me observa y me siento como un idiota. Me siento como se sienten los yonquis del centro que inhalan pegamento. No soy una persona confiable para las familias que pasan por ahí. No sé por qué hago esto. No sé por qué tengo cierta esperanza en fumar mota. Pero a veces sólo quiero disgregarme de la sociedad y estar así. Como si eso me diera libertad, pero ya que estoy aquí sé que no es así, pero volveré. Quizás la marihuana me ayude a inspirarme para escribir el mejor poema. Quizás sólo estoy desesperado y quiero matar tiempo y matarme y que el tiempo me mate. Las estrellas no me dicen nada, las criaturas, la vegetación, mi conciencia, tampoco, nada me dice nada, nada me ayuda a descifrar el sentido de todo esto. El momento presente, los momentos pasados, los sentimientos, la lluvia, el sol, van y vienen y yo me quedo como un idiota sin comprender la razón del movimiento. Yo mismo invento las señales, y los estafadores se aprovechan de mi curiosidad para quitarme unos centavos de encima. Quiero creer que es posible la magia. Me aburre la realidad. Me aburre la manera en que los placeres me decepcionan, me roban la energía y luego me abandonan decepcionado, satisfecho y debilitado. Al final me voy deprimido a casa, platico de fútbol con mamá, caliento la cena, y espero que llegue la hora de dormir. Y pienso: estoy bien, no tengo hambre y la oscuridad me protege. Mañana habrá más decepciones o quizás con suerte no despierte y me quede para siempre navegando en el mundo rápido y emocionante de la inconsciencia, al cual siempre he querido pertenecer. He llegado al extremo de avergonzarme cuando tengo que ir al baño, porque alguien más tiene que limpiar mi mierda. Y cuando me muera seré un estorbo, pero ya no me dará pena. Seré el más cínico de los cadáveres. Incluso me haré el pesado cuando tengan que cargarme para ir a enterrarme. |
Texto agregado el 01-07-2011, y leído por 184 visitantes. (0 votos)
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