Sentado al borde
Embadurnado de exilio de la casa de los muchos ratos
se posa la nube de los malos tiempos,
con sus furiosas descargas, de ruina.
Sobre la azotea revolotean
mil cuervos con sus infernales graznidos.
El viento juega con las ramas del árbol de los latigazos
donde me ataron joven, y me desatan llagado
con veinticinco cicatrices en mis dolidas espaldas
Las raídas banderas ondean al viento helado de la calamidad
de las patrias muertas, de los bellos eslóganes rimados,
ahora sin orejas a los que susurrar lascivas.
Los coches enloquecidos, portadores de vidas, de ida y vuelta,
laboriosamente ajetreados en idas y vueltas,
en la apretada agenda de lo cotidiano,
con sus caras tristes de ida y vuelta,
sus penas de ida y vuelta,
sus problemas de ida y vuelta,
sus quehaceres de ida y vuelta,
pasan rápidos, todos distintos –ida-, todos iguales – vuelta -.
Exhalando los últimos estertores del ajetreo,
agoniosos de él, con ansias de él, impregnados de él,
sin reparar, en la mismísima vida, que como un ajeno nuestro
nos huye despavorida sin mirar atrás.
Y al fin, de la mano de la carta, con membrete Legal & Asociados
pasa despacio la tortuga de lo inevitable
donde me acomodo, incomodo pero seguro
en el gran caparazón duro y nada confortable
de la seguridad subsidiada e indemnizada.
Una inefable araña, malabarista en su pegajosa tela,
alardea con su chistera y su chaqué color negro infamia
y sus ocho asquerosas patas terminadas en garfios en forma de €
atenaza y envuelve a los incautos en la pegajosa maraña
de cláusulas contractuales de seguro incumplimiento,
y con la destreza de los malabaristas de la usura fraudulenta
sorbe y sorbe los jugos de los que confiaron en sus aduladoras palabras
cargadas de veneno, con las cartas marcadas
frotándose las manos en la desgracia prójima.
Se está haciendo la noche,
y ahora pasan los camiones de largo recorrido
de llevar poco, a los altares del consumo
fantasmas gálibos, con bonitos logos
marchan en decadente peregrinación
postrera y sobrera.
Amanece y sigo sentado en la caja de cartón
de los acumulados años, ya tengo bastante por hoy
me levanto, me sacudo la ropa y me dirijo a casa.
Por el borde de la carretera,
me cruzo con un bebe en pañales
que me sonríe al pasar y me guiña un ojo.
La vida, repara en mí, se une en mi sombra
me sigue a casa, encontrada.
En el bolsillo de la chaqueta, llevo la carta
Legal & Asociados, sin abrir.
Portando mi caja de años y mi chaqueta al hombro
voy silbando una cancioncilla pegadiza,
sale el sol, y me reconforta.
Antonio © M. ( T i T o. M.)
Junio 2011
Pensamientos Vagabundos
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