Impresiona la forma
vibrante y sutil de tus ojos,
el magnífico colorido
de tus ropas,
tus alhajas brillantes
en armonía,
esa melancolía sensual,
ingenua, arrebatadora.
Luego,
todo tu ropaje desaparece,
mostrándote
escondida en el trinar.
Tu cuerpo desnudo
se perfila único
sobre la gramilla que luce
tu jardín,
veo tu rostro nacarado,
esplendido,
que solo un ángel
podría igualar.
Tu imagen está suspendida
en un profundo sueño,
en actitud graciosa
te desprendes de tu mantilla,
la que disimula
tu bella cabellera desordenada.
Es un paisaje extraño
entre muchas hojas,
bajo esa la luz dorada.
Se percibe tu alma,
tu cuerpo, tu juventud,
y evoco el momento
aquel de mi despedida,
cruel, triste,
envuelta en el gris
abandono de mi ser,
no ves mi figura,
solo soy un sueño
que entro a tu recamara
para beber el coctel
de la vida.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
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