El resplandor de la luna iluminaba tu hermosa silueta. La luz de las estrellas hacia brillar aun mas tus lindos ojos, sobresaliendo ese brillo cristalino q irradian al verlos.
Se desprendía de ti ese dulce y fresco aroma q seduce mis sentidos y provoca q se desate en mi una oleada de pasión incontrolable.
Tu piel suave y tersa, cual fino lienzo, q pintor usaría para crear su más fina y sublime creación artística.
El poder tocar tu cuerpo era como disfrutar de las tibias y cristalinas aguas de un oasis. Como un manantial en el más lejano y recóndito lugar.
Extasiado por tu sublime visión y lleno de una pasión arrebatadora, me acerque a ti y tome tu mano dirigiéndola a mi pecho, para q pudieras sentir los latidos de mi corazón q palpitaba a un ritmo acelerado. Y de esa forma pudieras notar lo q provocabas en mi.
Con tu otra mano tomaste mi cuello jalándome hacia ti. Quedando segundo a segundo nuestras caras más cerca una de la otra. Hasta unir nuestros labios, sellando nuestro amor en un gran y pronunciado beso, lleno de pasión y ternura.
Tus manos acariciaban mi cuerpo mientras yo desprendía la tenue bata q envolvía al tuyo. Lentamente fue cayendo, hasta quedar al descubierto y a la vista de mis ojos la magnificente y sublime creación de dios. La visión más perfecta y bella q pudiera ver. Atónito admire por un tiempo el bello regalo q estaba recibiendo, aun sin poder creerlo.
Era el momento perfecto, en el lugar idóneo. Ya no se trataba de un juego juvenil, en donde no sabemos lo q haremos o lo q queremos. Se trataba de vivir con intensidad el momento disfrutar de cada segundo al máximo, de vivir plenamente de la madurez de nuestras vidas. Sin sentimientos de culpa, y en plena libertad sexual. No existe nada mas perfecto, q la unión de dos cuerpos entregándose plenamente al amor.
Con tu ayuda y la finesa de tus manos, mi ropa también se desprendió de mi cuerpo. Quedando ambos frente a frente. Completamente desnudos. No existía la pena ni la inhibición, solo la pasión y el deseo. Te quise decir mil palabras para alabar lo q veía, pero, con un dedo q postraste en mis labios acallaste las palabras y dijiste no es necesario. Solo bésame.
Los besos eran cada vez más prolongados y llenos de deseo. Nuestras manos viajaban de un lugar a otro, recorriéndolo todo sin dejar un solo centímetro de piel sin ser disfrutado, cual aves recorriendo el ancho cielo, libres y sin límites. Bese tu terso cuello, lo recorrí centímetro a centímetro, queriendo extasiarme de tu piel. La tentación, el deseo y la pasión ya eran incontrolables. Por lo cual al observar tu bello pecho, pude disfrutar de una deliciosa vista, un par de gloriosos senos. Una cálida invitación al más grande y suculento festín. Allí estaban imponentes y soberbios. Erectos apuntando hacia mi, retándome, como queriendo saber si era tan osado de adueñarme de ellos.
Así q sin pensarlo ni un segundo, los recorrí con la punta de mi lengua por toda su circunferencia. Disfrutando de su textura y sabor. Es como saborear el más exquisito manjar exclusivo para paladares muy exigentes. Los fui recorriendo hasta llegar a la cima del monte, pudiendo disfrutar de las dulces mieles q de allí emanan. Mis labios se deleitaron saboreando de tu botón. Al tiempo q exclamabas unos sugestivos gemidos de placer. Mis manos no dejaban de acariciarte y por tu parte hacías lo tuyo, hablabas, gemías, acariciabas y pedias q no parara, estabas inspirada todos tus sentidos se encontraban alterados. Tomaste mi cabeza con tus manos y la moviste como el vaivén de las olas, la apretaste contra tu pecho exclamando un haa de placer.
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