Me siento almorzar y como me encontraba sola, enciendo el televisor para que sea una compañía agradable, busque algo interesante. Encuentro una película no sé el título solo observo la trama.
En ese instante solo veía una mujer tratando de dar clase en una escuela precaria en una ciudad de Estados Unidos, pero eso hizo que mi mano no continuara buscando otros canales y mis ojos se detuviera en esa imagen, por un momento me sentí la protagonista o mejor dicho me vi reflejada.
Pero a su vez comencé a notar que mis ojos se llenaban de lágrimas no entendía lo que me pasaba así como la protagonista luchaba con un sistema que tampoco comprendía.
Pasaba el tiempo, esa palabra justo quizás era la causante de mí dolor. Ver que no tengo la fuerza del comienzo, como ella que hacía cosas y sacaba de donde no tenía para hacer lo que el estado no hace.
Ella miraba el rostro de los niños y quizás la simple sonrisa o que le presten atención, a ella le alcanzaba para seguir comprometiéndose con ellos. Sentía que cada actitud de ella era correspondido, con cosas simples pero enormes.
Pasa la tanda publicitaria y me veo sentada en una mesa con un plato frente a mí y en una gran soledad física, pero existen 32 años de hacer cosas y en eso no me siento sola. Son miles de rostros se vienen a mi mente, me siento colmada de logros. Esto existe detrás del pizarrón así se llamaba la película, cuando uno comienza su tarea nunca sabe lo que deja con el tiempo pero yo sé con que me estoy quedando.