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"...No te desvanezcas, mi niña de ojos pardos, ven a caminar conmigo, llenaré tu corazón de alegría.No te desvanezcas, no te desvanezcas..."






Pensé que me estaba quedando dormido Susana, entonces abrí la ventana del copiloto y una ráfaga de viento y gotas entró en la cabina del camión. Se me mojaron los antebrazos. Un ruido ensordecedor de lluvia golpeteaba la cabina y afuera todo era mojada oscuridad. Pero me despertó ¿sabes? Me senté derecho en el asiento, con esa puntada que me baja desde la cintura hasta la pierna cuando conduzco mas de la cuenta. Irónicamente Los Iracundos cantaban "Y la lluvia caerá" a grito pelado en la radio. Irónicamente el asiento del copiloto se mojaba por las gotas que entraban por la ventana abierta.

Las casas dormidas me recibieron con movimiento de enredaderas en la rotonda de "las casas viejas", antes de la cuesta del álamo. ¿Tu la conocías Susana? ¿Te acuerdas de ella? Yo la ví un par de veces, sentada con un libro abierto en el regazo, en la plaza. Tenía el cabello muy rojo, muy largo y la cara más blanca que he visto, los ojos rasgaditos y una expresión tristona. No usaba una gota de maquillaje, yo pensaba que era una niña pequeña, una niñita de no mas de 13 años, tan frágiles que se veían sus huesitos bajo toda esa ropa negra. Yo sabía que era la hija de la directora, pero era tan silenciosa, tan quieta. Una vez casi la atropellé con el camión. Toqué la bocina para que levantara la carita del suelo, buscando asustarla un poco también y me miró con la expresión mas rara del mundo , se quedó parada frente al camión, tan pequeñita mirándome con las cejitas arqueadas. Y entonces desvió la mirada y siguió caminando.
Yo supe de las cosas que se decían de ella. Que pasaba las tardes en el cementerio echada sobre una tumba dibujando, escribiendo. Que la gente que limpiaba las tumbas cerraba las puertas con ella dentro al caer la tarde, que era tan silenciosa, tan blanca que nadie se atrevía a pedirle que saliera, que nadie se atrevía a decirle que no podía quedarse toda la noche ahí. La señora que cuida la tumba de mamá me dijo que todos se persignaban cuando veían hebras de pelo rojo entre los rosales, o flotando con el viento entre las manos de las estatuas. Pensaban que ella hablaba ¿sabes? con los muertos...
Si Susana, la gente exagera, ni yo mismo me lo creería si no hubiera visto lo que ví, si no supiera lo que ví. No Susana, no es el sueño el que me venció, tu viste mis botas llenas de barro ¿ o no? Yo ya me había despabilado, ya no tenía sueño, tú sabes que no hubiese subido la cuesta del álamo si no hubiese estado seguro de que ya había despabilado. Me había tomado el último sorbo de café del termo, me había fumado recién un cigarrillo, es imposible que haya imaginado todo. Yo dí la vuelta en la rotonda de las casas viejas y me fijé en las enredaderas, luego viré hacia la derecha y comencé a subir por la cuesta en cuarta y a 55 kms por hora. El tipo de la radio dijo que eran las 5:46 de la mañana y que pronosticaban un temporal por el resto de la semana y entonces desvié la mirada hacia la radio y cuando alcé la vista lo ví. Al principio pensé que era un borracho que se habría quedado tirado o un vago que no alcanzó a llegar bajo techo antes que lo pillara la lluvia. Pero cuando lo vi agitar los brazos me fijé que llevaba la ropa llena de barro y que había sangre en su cara. Me detuve de inmediato Susana, la berma estaba apachurrada en dirección al vacío y el suelo abierto en surcos. No podía oír casi nada con la lluvia cuando me acerqué al muchacho Susana, era sólo un niño. Me dijo que habían desbarrancado, que el auto estaba abajo en dirección al río, aplastado contra una roca, me dijo que necesitaba una ambulancia para su novia y que no podía sacarla de entre los fierros pues se había roto algunos huesos. Le pregunté si estaba bien y me dijo que se encontraba perfectamente Volví corriendo al camión y fue cuando resbalé y caí sobre el lodo, ¿ves esta marca aquí en la rodilla? Fue porque terminé arrodillado en el fango Susana, no, mira, fijáte, aquí y en la otra. Abrí la caja de herramientas buscando un caimán que se yó, una linterna. Tomé la soga que uso para la carga y la amarré a la rampla, le dije al chico que bajara conmigo sujeto de la soga pero no quiso, me dijo que abajo me esperaría y antes de que pudiera decirle algo desapareció. Entonces comencé a bajar agarrado de la cuerda y hacia atrás para no resbalarme y romperme la nuca cerro abajo. El suelo estaba tan mojado y resbaladizo que varias veces me quemé las manos tratando de afirmarme para no caer. Me debo haber tardado 15 minutos en bajar Susana, los arbustos que el auto aplastó con su caída yacían sobre el suelo con sus troncos a medio quebrar, a medio doblar. El auto estaba aplastado contra la roca y echado sobre el lado derecho, con las ruedas en el aire., como si alguien lo hubiese volcado a propósito. El muchacho estaba tratando de treparse a la roca y cuando lo consiguió me ayudó desde arriba a hacer lo mismo, entonces con mucho cuidado me apoyé sobre la rueda delantera y el capó y apunté la linterna encendida hacia el interior del parabrisas roto. Un chico yacía tirado contra el volante , con la cara entre los brazos y como si pendiera de su cinturón de seguridad , la cintura de otro salía desde el asiento del copiloto hacia afuera y sus piernas estaban estiradas casi tocando al otro chico con sus pies, no había nada que hacer por él, sin duda el auto al caer le había aplastado. Y ella estaba atrás , su largo cabello rojo estaba desparramado por el parabrisas trasero y su cara se recortaba blanquisima contra el tapiz oscuro del asiento. Sus ojos estaba cerrados y circundados por profundas ojeras, y sus labios pálidos manchados de sangre. Había un corte muy feo sobre el puente de su nariz y eso le llenaba de sangre la parte derecha del rostro. Reaccionó un poco a la luz, enarcó sus delgadas cejas y con suavidad abrió los ojos.Me miró directamente tal como hizo esa vez cuando traté de asustarla con la bocina del camión, directamente a los ojos y sin ninguna expresión. Me estremecí tan fuerte que casi pierdo el equilibrio, solté la linterna y esta rodó capó abajo con un ruido metálico. Era ella Susana, la hija de la directora, y se moría pude verlo en las ojeras y en la palidez de sus labios, se le iba la vida en cada minuto que pasaba y entonces le dije al chico que me esperara, que volvería con la policía con los bomberos, con el mismisimo ejército si era necesario. Pero el no quería que me marchara, quería que lo ayudara a girar el auto y a scaarla de allí. Le expliqué que si ella estaba muy herida eso terminaría de matarla, pero el chico lloraba y negaba con la cabeza. Me hizo jurarle que volvería, que traería ayuda, que la salvaría. Me dijo que jurara por el amor de mi vida que salvaría al suyo y yo juré por ti Susana. Yo juré por ti y después cogí la cuerda y corrí cerro arriba me monté en el camión y conduje a toda velocidad hacia el pueblo. Los carabineros llamaron a los bomberos y en cuestión de 10 minutos las calles rechinaban de sirenas y bocinas. Las ambulancias llegaron unos minutos despúes, 4 ambulancias listas para el rescate.
Los bomberos cortaron el metal del auto con sus sierras, el aire se lleno de ruido y de chispas ardientes. Oí al bombero hablarle a la niña en un tono tan despreocupado y natural que me dieron escalofríos, le oí preguntarle su nombre y su edad, y si tenía frío, si podía mover el brazo que le quedaba libre para agarrarse a él. No oí lo que ella contestaba, solo sé que un instante después estaba en brazos del bombero, tan pálida y ensangrentada que no pude creer que estuviera viva, su pelo colgaba por los brazos del hombre hasta casi tocar el suelo y era de un rojo tan vivo que contrastaba con lo gris de todo lo demás. La pusieron en una camilla y se la llevaron Susana, pero ella luchaba por volverse hacia el auto, y estiraba sus manitos hacia el. Entonces me acordé del muchacho y comencé a preguntar si le habían visto. Nadie pudo decirme nada concreto de él, seguramente si se había salvado habría subido por la ladera del cerro y estaría arriba en algún lugar, a salvo. Pero yo insistía en que le había visto, en que había hablado con él, nadie me tomaba en cuenta incluso me pidieron que me marchara, que ya había hecho lo que podía. Pero me quedé, me quedé hasta que la mañana definió las vagas formas del auto apachurrado contra la roca como un insecto aplastado, me quedé hasta que retiraron el amasijo de sangre en que se había convertido el cuerpo del chico que el auto aplastó, controlando una arcada que me bailaba en la garganta mientras los bomberos recogían trozos de lo que había sido su cara, su cabeza y lo echaban todo indolentemente dentro de una bolsa amarilla.
Me quedé incluso cuando comenzaron a quitar con mucho esfuerzo el cuerpo del conductor. Y oí sin comprender las exclamaciones de asombro de los bomberos. "Está intacto" decían, "es imposible" decían. Pues de entre los fierros retorcidos, quitaron el cuerpo absolutamente intacto del joven conductor, solo en su rostro se veían algunos rasguños y rastros de sangre, y su cara muy pálida brilló suavemente bajo los primeros indicios del sol mañanero.
Fué como si me dieran un golpe en el pecho, un golpe en el estómago Susana, me abalancé sobre el cuerpo como un poseso, le toqué la cara, los labios, incluso creo que le abrí los párpados solo para encontrar dos líneas blancas abajo. Estaba duro como una roca, tenía el rostro perfilado por la muerte, la sombra de barba crecida. Estaba muerto. Me paré del suelo gritando que ese era el chico con el que había hablado, que ese era el chico que me detuvo en la madrugada. Creo que cogí a un bombero por los hombros y le zamarrié hasta que me tomaron los brazos entre todos y me obligaron a calmarme. Yo tenía la frente perlada de sudor, las arcadas subían desde mi estómago una y otra vez, me doblé sobre mis rodillas y caí al suelo, vomitando.
Me dijeron que no era posible, que debía estar confundido, que no era posible Susana, Susanita. ¡No! ¡déjame que llore por la mierda! Te estoy diciéndo que era el mismo muchachito, y estaba muerto, según ellos había muerto instantáneamente en el choque, ¿como hubiera sido posibleque se levantara y por sus propios medios saliera de la trampa mortal del auto para subir por la ladera a pedirme ayuda? ¿ como?
Pues yo te voy a decir como Susana...Fué ella, ella, esa maldita niña con pelo de bruja, fue ella. La "bicha"...
Los bomberos me dieron palmaditas en los hombros y me subieron a la ambulancia, abrieron termos de café y me lo dieron a beber a sorbitos, mientras me decían que era imposible, que estaba confundido, que a esta misma hora ese chico que me pidió ayuda debería estar en casa, muy asustado pero a salvo. Que yo era un heroe y que esa chica me debía la vida, y a todo yo asentía, a todo yo decía que si sonriendo, pues daba lo mismo que no me creyeran, no importaba.
Y por último cuando no me estaban mirándo me acerqué al muchacho Susana, ¿ y sabes lo que tenía apretando entre sus manos, aferrado frenéticamente? Mírame Susana, te estoy hablando! ¿Quieres que te diga que sujetaba ese muchacho muerto? Mi Linterna Susana..ahí apretada entre sus manos estaba mi linterna. Así que piensa lo que quieras, cree lo que quieras, deja que todo el pueblo me llame loco o borracho o enfermo, averguenzate de mi si es lo que crees mas lógico, pero te digo que es ella, no es normal, es...es...no se lo que es.
Así que no volveré a salir, ¡por ningún motivo! no mientras ella ande allí afuera, no me importa lo que me digas Susana, ya sabes toda la historia, date por satisfecha. Y ahora cierra bien la puerta y déjame aquí, solo...Solo.

http://www.youtube.com/watch?v=MvmDM7ovz2o

Texto agregado el 25-06-2011, y leído por 310 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-08-2011 Esta muy bueno... dal espacios y separa las estrofas, pon las emociones y diálogos... pero me gustó carelo
12-08-2011 Y la lluvia caerá... luego vendra el sereno... Muchos... carelo
07-07-2011 muy bueno ,...........pa variar es como muy tu nildorth
29-06-2011 Excelente firpo
 
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