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Inicio / Cuenteros Locales / buzaley / ¿ Te gusta el cava?

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Quiero hoy contarte una historia. Es un sueño que me gustaría compartir contigo ( que es lo que estoy haciendo mientras lo escribo). Así que olvídate de todo, léelo, cierra los ojos y sueña, que en el paraíso etéreo de los sueños, tu, mi princesa, y yo, tu caballero entregado, todavía podemos encontrarnos.

Imagina una tarde solo para nosotros. Ir a ver una película, cenar en un restaurante bonito y tranquilo, hablar y hablar, mirarnos a los ojos, tomarnos una copa, besarnos y besarnos, sin prisa, sin miedos, sin complejos. Imagina que te rozo, suavemente los labios, los ojos. Que cojo tus manos y te las beso, despacio. Que te las acaricio dulcemente.

Imagina que te pido ir a mi apartamento, allí cerca y que, lógicamente, tú aceptas. Subimos. En el ambiente música barroca. Una puerta que se cierra. Un profundo abrazo acompañado de un beso húmedo, profundo.... Un te quiero ( quizás demasiado) que tu no te atreves a repetir. Un no sé, estoy nerviosa, triste... No sé si voy a poder (me encanta como vas entregándote a mi, poco a poco, tras ese conato de resistencia que tu quieres llamado al fracaso). Yo te ofrezco una copa de cava. ¿ Tienes siempre cava en casa? No, lo he traído solo para ti, como las flores. Dos docenas de claveles reventones rojos ( o si quieres de rosas, la imaginación nos permite ciertas licencias) están colocados frente a la coqueta del salón de suelo enmoquetado.

Sirvo las copas y mojo tus dedos en una de ellas. Tú te dejas hacer. Callas y sonríes. Me acerco tus dedos a mi boca y bebo directamente de ellos acariciándolos con mi lengua. Tu vuelves a besarme. Con tus labios y, sobre todo, con tu lengua. Como eres – me dices-. ¿ como soy? te pregunto mientras te abrazo y beso tu cuello. Lo marco con mis dientes. Mira, me estás poniendo la piel de gallina. Mojo mis dedos en la copa y te doy a beber de mis dedos. Bebo y te beso y se mezclan el cava con nuestra saliva y con nuestra pasión. Poco a poco te vas entregando y, poco a poco, vamos descubriendo nuestra desnudez, mientras nos besamos en silencio. Nuestra respiración va subiendo de tono y nuestros cuerpos van deslizándose hacia el suelo enmoquetado buscando una postura propicia para el amor. Los claveles ya han caído también al suelo. Nos sirven de alfombra y nos rodean. Nos rozan con sus pétalos y sus tallos, mientras yo recorro tu cuerpo con mis labios besándote, acariciándote con mis manos. Tu piel suave, tus pechos, tus pezones pequeños y ligeramente oscuros... Nuestra respiración continúa subiendo, poco a poco, sin saltos.... Cojo mi copa y derramo un poco de líquido sobre tu vientre y me pongo a beberlo sobre él. Como eres... vuelves a repetir mientras tu respiración se multiplica en unos segundos. Y yo continúo. Subo hacía tu pecho, hacía tu cuello, hacía tu cara y te beso una y mil veces, notando como tu lengua me responde enredándose con la mía, ya sin miedos y sin complejos. Bajo a tu vientre, a tus muslos, a tus pies y, lentamente, me voy acercando al olor a claveles de tu sexo. Te lo beso y cojo un par de claveles con los que vuelvo a recorrerte entera. Acariciándote con sus pétalos, los pies, los muslos, tu monte de Venus, tu vientre, tus pechos, tu cuello, tu cara.... Tu respiración sigue subiendo. Ya no me dices como eres, tan solo me susurras. Cristóbal, mi amor, mi amor... Y yo vuelvo a bajar buscando la calidez de tu sexo, la humedad placentera de tu cuerpo... Mientras el Adagio de Albinoni suena.


A pesar de tu miedo
y mi miedo,
a pesar de tus dudas
y mis dudas,
nos fuimos deslizando
en aquella madrugada
de diciembre.

Clavamos nuestras manos,
crucificamos nuestros cuerpos,
fundimos nuestros labios.

Y te quise.
Y oí como pronunciabas
mi nombre.
Y te escuche respirar
junto a mi oído.

A pesar de tu miedo
y mi miedo,
a pesar de tus dudas
y mis dudas,
se nos fue pasando
el tiempo como un rayo,
pero yo toque contigo
la mejor melodía,
compuse mi mejor
adagio.



Empiezo a besarte en la parte más dulce de tu cuerpo. A separar tus labios mientras introduzco mi lengua y busco tu clítoris desesperadamente. Tu respiración es cada vez más fuerte. En un momento todo tu cuerpo se cimbrea y tratas de apartarme de ti desesperadamente. Yo atrapo tus manos con las mías y las alejo quedando como si estuviera crucificado contra tu cuerpo, pero sin parar. Tu respiración y tus suspiros se han transformado en gritos. Todo tu cuerpo vibra y se retuerce sin poder detenerlo. Tus ojos y tu vagina lloran, mientras que tu gritas y, por fin, logro arrancarte un te quiero cuando subo de nuevo a tu boca y te beso, abrazándote y notándote tiritar contra mi pecho, mientras tu te embriagas con los aromas de tu cuerpo transportados por mi boca a tu boca.

Voy a crucificarme contra tu cuerpo,
clavar mis manos en tus manos, mujer,
hundirme entre los limites de tus formas,
atarme con tu pelo.

Voy a desintegrarme, mujer,
entre tus ojos, oír por tus oídos,
desaparecer en las curvas de tu cuerpo,
fundirme en tus anillos.

Quiero que me recojas, mujer,
roto en mil pedazos,
y me introduzcas en tu vientre,
hundirme entre tus órganos.

Quiero sentirte hasta perecer, mujer,
aislarme con tu cuerpo,
transformarme
en una parte de ti,
en tu elemento.

Vas, lentamente, recuperando la tranquilidad mientras que yo sigo acariciándote con los claveles y con mis manos y mis labios. Desmenuzo los pétalos de las flores sobre tu cuerpo y voy, poco a poco, acercando mi pene hacía tu cuerpo. Entra en mí, me dices. Y yo lo hago. De nuevo, nuestra respiración va subiendo de tono, mientras nuestros cuerpos se funden en uno solo y yo noto la suavidad de tu sexo y su calidez. Tu cuerpo empieza a retorcerse de nuevo. Con un me matas me haces subir el ritmo, mientras tú aumentas el de tu respiración. Con tus ojos abiertos, húmedos, perdidos, me dices mírame, mírame,... al tiempo que te deshaces y me deshaces, mientras que yo te pregunto ¿ quién soy? Sin que tu me contestes mientras que nos vamos derritiendo de amor ... Tu y yo. Solo tú y yo, en el mundo etéreo de los sueños. En una playa donde, aún, podemos estar juntos. Mi princesa caribeña, mi pequeña y bella princesa.

TE LO JURO YO
Letra de Rafael de León
Música de Manuel López Quiroga

I

Yo no me di cuenta de que te tenía
hasta el mismo día en que te perdí.
Y vi claramente lo que te quería
cuando ya no había remedio "pa" mí.
Llévame por calles de hiel y amargura,
ponme ligaduras y hasta escúpeme;
échame en los ojos un "puñao" de arena;
mátame de pena, pero quiéreme.

Estribillo

Mira que te llevo dentro
de mi corazón,
por la "salucita" de la madre mía
te lo juro yo.
Mira que "pa" mí en el mundo
no hay "na" más que tú
y que mis "sacáis", si digo mentira,
se queden sin luz.
¡Por ti contaría la arena del mar!
¡Por ti yo sería capaz de matar!
Y que si te miento me castigue Dios,
eso con las manos sobre el evangelio
te lo juro yo.

Texto agregado el 25-06-2011, y leído por 139 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-07-2011 Bonita descripcion del amor y la pasion. No se si imaginada o real pero que llega al lector como si lo fuera. lavabajillo
 
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