He caído en el espiral de la vida,
en aquello que no logro decifrar,
en lo que mi lógica banal y demasiado romántica
no logra comprender ni siquiera interpretar.
He tocado fondo en la negrura de lo imposible,
he sentido por fin darle la mano a la obscuridad,
amarla, besarla, he incluso tocado su silueta,
su pérfida figura anormal, tan asimétrica, tan parecida a mí.
Y mis ojos, pegados a la ventana,
rogando un poco de luz,
parecen cambiar de color a propósito,
para ver el mundo, para sentirlo, para dejar de pensar.
Jugué entre la vida y la muerte,
entre la luz y la sombra,
entre mi sombre y la tuya,
jugué con el ayer y el hoy.
Me burlé de tu personalidad bizarra,
con la particularidad de las palabras,
y soñé que lograba vivir
cuando cerré los ojos y ya debía partir.
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