Embargaron mi último sueño
y el guardián de mi espalda,
entre nubes desgarradas
y una tierra sin formas precisas,
me envolvió entre hojas carnosas
debajo de su apariencia sombría.

Él, embargó mi último sueño
y duerme tan lejos, en su adiós,
restablece sus alas y sus plumas
para su ley de fuego e ilusión.
Mi huérfana mortalidad, no lo desvela,
camina heroicamente,
llevando entre sus dedos
mi sucio corazón.

Yo, soy un puñado de semillas inútiles,
una pared sin sombras,
mi alma es fiebre y terror.
Yo, me golpeó las entrañas
en esta indescifrable lejanía,
vuelvo desde la muerte
y caigo a este planeta absurdo
con los pies enredados
a esta crucifixión…