Vi muchos caminos.
Hace poco, uno solitario,
largo, arenoso, verde,
de eucaliptos.
Ahí vivía yo,
sumergida en ese camino,
solitario y triste.
Aquel que me ayudó a reflexionar,
a conocer mi vida,
a entender que estoy completa y viva.
Hoy puedo decir,
que lo dejo atrás,
sin rencor, sin angustia, sin desamor.
Solo con agradecimiento,
por hacerme fuerte y sensata,
por llenarme de paz y amor.
Por entender que soy yo,
quien expresa,
que Dios vive en mi corazón.
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