No en esta vida, no en este cuerpo Sino en el trascendental vergel Que he construido con tu imagen Vigilando desde su pedestal. No aquí, ni en ningún lado Sino en mi mente y mi corazón destrozado Que implora desgarrando cada latido Un abrazo que eche por tierra mi soledad. No sin ti, sino contigo El único contento para mi mar Embravecido por tanto daño Suplicando que me puedas amar. No ahora, ayer ni nunca, Sino en la eternidad Bajo el delirio cálido de tus besos Tuya siempre, y de nadie más.
Texto agregado el 23-06-2011, y leído por 127 visitantes. (2 votos)