¿qué puedo decir?, le dije al hombre que tenía enfrente y de más de ochenta años... el hombre no se inmutó, sacó un cigarrillo y se lo puso en su boca, luego, lo encendió y dio largas bocanadas...
a través del humo su rostro se desfiguraba y entonces recordé el porqué estaba así... era el padre de aquella niña, de aquella mujer a quien yo había dejado hacia tantos años atrás... su silencio hablaba tanto que no sabía qué responder... estábamos dentro de un café, sentados frente a una mesa, con dos tazas de café... cogí la taza y le di un sorbo... miré las paredes y la gente y el mozo y las luces y todo menos el rostro de aquel hombre... no sé qué decir, le dije... el hombre se paró y le vi salir dejando el cigarrillo encendido sobre la mesa del café... cogí el cigarrillo y a pesar de que no fumaba, fumé y recordé tantas cosas que casi me pongo a llorar... allí estaba todo, todo y el tiempo lo había aplastado con montañas de sueños, ilusiones, anhelos, etc... se acercó el mozo y preguntó si quería algo mas... no, nada más, ¿cuánto le debo?, pregunté... me acercó la factura y dejé unas monedas sobre la mesa. me paré y salí del lugar... caminé por todo el lugar y llegué a mi casa. entré y subí a mi cuarto. allí estaban mis libros y mi cama y la máquina de escribir... me senté sobre la silla y seguí escribiendo... no sabía de qué, pero puse mi nombre una y otra vez hasta que saliera algo más de mis disecadas palabras... |