Tijuana BC Jun. 2011. ¿Y, tú?

Aquí estoy nuevamente, como en cada oportunidad, como hace ya algún tiempo pensé en hacerlo, sin interés alguno y con la libertad para hacerlo.
Libertad que algun@s anhelan y que yo, soy afortunada en tener.
No me gusta presumirla, y a veces… me avergüenzo de ella.
Sé que la palabra libertad existe, si la busco en el diccionario, ahí la encontrare, sólo que si la busco entre las personas, se oculta entre sus prejuicios, incluso de sus vocablos.
Aquí estoy nuevamente, encaminando mis pasos a la búsqueda y encuentro de mis iguales.
Soy parte de la comunidad LGBTI, siglas que definen orientación sexual e identidad de género, es decir, no hacen referencia a una clase económica, social, partido político o creencia religiosa.
Es una comunidad que experimenta inclinaciones que no son lo que la sociedad generalmente espera.
En los círculos heterocentrados, comúnmente, suelen mencionarnos, catalogándonos, como: Anormales, depravad@s, suci@s, vulgares, pervertid@s, o todo lo anterior.
En las sociedades reprimidas, cerradas, se educa al género femenino, para entregar su cuerpo y proporcionar placer al género masculino, para brindar sexo, a cambio de un idilio o de seguridad.
Enseñan a tener miedo al sexo, a rechazarlo o darlo por obligación.
Preparan para responsabilizarse por la satisfacción ajena, y fingir placer.
De tal modo que es asombroso y satisfactoria la rebeldía de ser, sin necesitar fingir.
Me cuestiono cuando leo o escucho palabras que dicen: ¡Quisiera tener valor!
¡Ser yo mism@...sólo que no me atrevo!
Y no me refiero a seguir los impulsos de una orientación sexual o identidad de género.
Si ha vivir, no solamente existir.
A ser lo que soñamos, deseamos, queremos.
Siempre el miedo se refugia en prejuicios y especulaciones.
¿Dónde quedo la libertad del ser humano?
¿Hasta dónde se ve limitado nuestro andar por el mundo?
¿Por qué se aceptan los prejuicios como limites de la conducta humana?
¿Es ser racional quien se limita por ellos?
Aunque sé que desde el cielo, al parecer somos tod@s libres, sin embargo, y a pesar de poner los pies en la tierra, aquí, nos limitamos, nos conformamos con lo socialmente aceptable.
Quienes disentimos, no nos limitamos, transponemos las barreras, no nos damos por vencid@s, que no es igual a rendirse, porque much@s mueren por situaciones de odio.
Siempre los prejuicios originados por la ignorancia, alimentados por el miedo, la intolerancia, la falta de respeto de intermedio.
Al parecer, situación sin fecha de caducidad.
Quisiera que la unión entre personas pensantes, sensibles, human@s, nos hiciera más fuerte para vencerles.
Sólo que, mientras tanto, aun me tocara ver y ayudar a mis raíces extraviadas.
Tal vez, en un futuro, esos prejuicios desaparezcan por completo.
Ojalá y me toque ver y disfrutar el momento en que tod@s andemos libres y nos saludemos como herman@s, sin importar orientación sexual o identidad de género.
Espero ese momento, estoy dispuesta a dar la mano.
¿Y, tú?
Desde BC, mi rincón existencial, donde estoy dispuesta a luchar por el sueño de que tod@s tenemos la dicha de ser libres de prejuicios.
Andrea Guadalupe.