Te amaba en mi paisaje de inocencia,
en mi pobre existencia mal herida.
Esta escritura me salva las caderas,
en esta tempestad que me domina
El precipicio hoy esta tan cerca
que olvidarnos es mi mejor partida.
Tiernamente, con los zapatos muertos
y esta bandera absurda que fue mi idolatría.
No juzgaré tus pasos por mi cama,
mi almohada sabe todo lo que olvida,
y en un futuro ciego alguna tarde,
recordarás mi piel llena de espinas.

-Por qué tú, bien lo sabes,
yo en los monstruos,
siempre encuentro una parte divina-

Y el sufrimiento encierra tanta gloria,
que este abandono me dará bienvenidas.
Mirando el cielo como una niña ausente
insondables fantasmas me visitan,
no hay respuesta obligada ni sollozos,
hay solo un llanto leve
y mis piernas sin vida…