Para el abuelo desconocido.
“Acoger, alimentar, acompañar en la salud
y en el encuentro con el Señor a personas mayores pobres
y desvalidas, manteniéndolas integradas a la familia
y a la sociedad de forma digna y activa”.
Fundación las rosas.
Palabras profanas de la boca del hereje,
Sucumbieron en las horas gélidas de un abuelo,
Que por azar del destino, caminó al encuentro del señor
Y cayó frente a las puertas del paraíso.
Los propulsores de las preguntas en el barrio de las noticias
Consultaban al corazón de la inquisidora, el por qué de su acto,
Cuando el silencio que otorgaba el placer lúgubre del sentir la muerte,
Apoderándose del alma de la persona cabizbaja, entre hielos mortales.
No lo vimos, en verdad, no encontré solución alguna, y no se nos dio la orden
Palabras gélidas como el panorama explicado en el televisor de mi casa
Fabulas que terminan comprobando lo vacio del alma humana, por eso
Si el ángel tuviera alas, abuelo hubieras viajado al cielo,
Para no morir en el infierno, Trastocado en ribetes barrocos de una ilusión celestial.
Injusta es la vida… si lo es, pero porque al que pide ayuda no se le da el beneficio
¿Acaso es menos inhumano, dejar morir a un anciano que solo quiere reposo?
¿Acaso el reposo del fuego se consume en dinero de la gente que paga?
Abuelo continúa tu viaje espectral, deambulando por el cálido volar de la eternidad.
Que para ello no debes suplicar clemencia, y créeme
Que los demás que vieron tu morir sereno en la puerta de un falso san Pedro
Morirán en la codicia mortal de profesar por un evangelio que solo los beneficia.
Hazte único en el recuerdo de mis palabras, Aquiles en mi mirada,
Y contempla que este poema escrito a pocas hora de tu muerte,
Se considerará una ofrenda de tu pasar sereno, que un mal camino,
Nunca debiste tomar… hasta a la vista abuelo del destino,
Hasta la vista abuelo del baúl de los recuerdos.
Descansa en paz
Sebastián Prat Naulín.
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