No me permito un momento
para disfrutar nuevas tácticas.
Para que? si aquellas viejas,
ensayadas una y otra vez
en esas tardes de los jueves,
(y el resto de la semana también)
logran el milagro permanente
de que la sangre siempre corra,
con el método inductivo-deductivo
de ir, de lo general de tu cuerpo
a lo particular de mis pasiones.
Y viceversa. Sin parada obligada,
mas que para superar el breve lapso
en que el ángel caído se recupera
y, entre la luz de lo porvenir
y la oscuridad que nos envuelve,
regresa el momento de vivir
la guerra en que me devoro
la gota cósmica de tu deseo.
Entonces ¿para que perdernos
esos tiempos que nos debemos
en buscar nuevas tácticas?
Si las ya sabidas logran lo imposible.