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Estábamos conversando con los amigos de siempre luego de la salida de siempre, en el lugar de siempre (sólo por un momento, luego nos fuimos a sitiar otra parte) y con las ganas de siempre, aunque con unos pesares más que contar (y nos alegramos de eso, ya que quiere decir que sí estamos viviendo, al menos eso creo yo)
Todos contamos a nuestros amigos, conocidos e inclusive parientes cercanos cosas contables (o más bien escuchables) que interesen o en su defecto, que animen el ambiente. La pregunta que nos hicimos ese día en que perdimos un poco de decencia, era esa. Todo giraba en torno a ese tema, el pudor que acarrea cada ser en esta vida, cada particula viviente en este planeta, qué vergüenza.
Hablamos de todo lo que nos causaría temor y sus consecuencias, nos dimos cuenta que casi todo giraba en torno a eso, lo único, desde la religión hasta lo más obvio entre la sociedad, el amor. Pudor por rezar en frente de alguien o declarar el amor hacia una persona o al mismo Dios son cosas inevitables, nacimos y nos criamos a lo largo de la historia con esos impedimentos, que no lo son. Porque siempre ha habido pudor (el cavernícola tenia pudor, Wolverine ha tenido pudor ¿Sabes a cuántas terapias sicológicas tuvo que ir para poder batallar en ropa interior?) pero ahora (humanidad un poco más “consciente”, relativamente) nos damos cuenta que en realidad, sí es un impedimento, tener pudor implica no realizar una serie de factores de los que quizás dependa nuestra felicidad y sin más que decir, nuestro futuro. En fin, como lo decían antes, mucho antes, la vida es un frenesí por la pasión con la que uno la vive, es dura por la adversidad y cruel gracias al pudor, siempre él truncándonos la felicidad o el futuro, es igual.
Conversamos el grupo acerca de eso hasta altas horas de la mañana (o tendría que decir bajas)
Sobre eso, acerca de eso, siempre hablando de eso, la conversacion circundaba referente al pudor (¿acaso tengo que aclalarlo más?). Conclusiones varias salieron en la conversación, muchas interesantes, otras simplemente deleznables, pero todas acompañadas con risas y muchos ¡salud!, demasiados como para una situación tan inocua pero que poco a poco a lo largo de los años de años se matizaba inicua (¿se entiende el parónimo?), en fin.
Como si uno hablara al aire, como si uno amase hasta el último cabello de la persona amada, así nos sentíamos, con desenvoltura, tanta que no podiamos distinguirnos unos de otros, si éramos hombres o mujeres no interesaba (tampoco podíamos distinguir), sólo hablabamos con la lengua en los pies, pero creo que la locura esta vez tuvo razón, y a nuestra idea reforzaba que los locos cambiaron el mundo y nos sentimos en la gloria a decir verdad. Locos por unos instantes, verdaderos locos, ensimismados, sin preocupaciones (¿utopía?)
Sin nada qué preocuparse, sin nada, sólo hablando de pudor (que poco a poco se iba yendo) otros ¡salud! Se escuchaban alrededor de las mesas (muchos en realidad, pero ninguno con el gusto nuestro de la locura)
Salí del local, cada uno se “abrió”, yo, por mi parte saqué un libro, leí un hojas perfectas y sentía cómo es que el sonido del tráfico (estruendoso y cacófono) se transformaba en brisa de mar (estruendoso y eufónoco), mero sonido de mar, relajante y sin contaminación, tuve que decir gracias Bryce.

Texto agregado el 22-06-2011, y leído por 138 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
22-06-2011 Interesante analísis sobre el pudor. siemprearena
 
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