estaba sentado frente a un parque... podía ver a niños y madres, perros y aves, el verdor de todo el campo, acompañado de inmensos árboles de olivo... el sol no estaba pero brillaba tras las nubes... sonreí de placer, no siempre se tiene el tiempo para estar sentado frente a la vida de existencias que no saben más que vivir... de pronto me di cuenta que una niña de ojos brillantes y cabellos rubios me miraba fijamente... miré a su alrededor y no había nadie a su lado... me quedé pensando en ello cuando noté que poco a poco la gente se fue alejando del parque... los perros, los niños, las aves volvía a sus nidos... tan solo quedaba el verdor del parque, los viejos árboles, el viento y el color de la tarde, la niña de ojos grandes y yo, sentado frente aquel sueño o paisaje...
me levanté y sentí que la niña me seguía... volteé y noté que aún estaba sola... me detuve y ella siguió hasta llegar a mi lado. me cogió de la mano y me jaló con suavidad... ¿quién eres?, pregunté mientras caminábamos... me miró a los ojos y dijo: monique... recordé a monique, aquella mujer a quien había alejado de mi vida tantos años atrás, porque era un chico sin saber lo que quería... llegamos a una casa y me soltó la mano, para luego entrar en aquella casa... la vi caminar por aquella casa de un lado a otro... me quedé allí tranquilo, respirando, como quien recuerda algo hermoso y siente que todo está bien...
cuando llegó la noche las luces de la casa se encendieron, y noté que aquella niña empezaba a crecer mas y mas, hasta volverse en una bella muchacha, luego en una hermosa mujer, una tranquila señora y al final en una modesta anciana... siempre con aquellos grandes y hermosos ojos brillantes... sonreí de satisfacción al verla así, tranquila, en paz y cuando estaba por irme a mi cuarto noté que ella salía de su casa... se acercó a mí y preguntó: ¿quién eres?... la miré a los ojos y recordé la última vez que la había visto, hermosa, buena, sonriente, con aquellos ojos que llenaban de paz todo mi ser... no lo sé, respondí... me di la vuelta y empecé a caminar sin saber hacia dónde iba... miré mis piernas largas, mis manos arrugadas y mi sombra encogida, arrastrando las piernas como hacen los que cargan un peso muy grande...
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