Tijuana BC Jun. 2011. Un triste modo de desaparecer…

Me gusta escribir, aunque la mayoría de veces el tema que escojo, es de esos que hacen que caigan sobre mi los insultos, censuras y ofensas de quienes se sienten ofendid@s.
Sus reproches, quizá deberían hacerme cambiar hacia una conducta más apegada a la capacidad natural para juzgar correctamente.
Pues quien escribe, es comúnmente, un potente faro, cuya luz, guía las conciencias.
Aunque, el problema es que soy una amanuense que aporrea las teclas, no soy potente faro, si humilde vela de sebo, de esas pestilentes que dan más humo que iluminación.
De esas que no alcanzan siquiera a alumbrar los rincones tenebrosos de un mísero recoveco.
Porque el arte de la escritura, no es más que la manifestación abstracta de que el cerebro procesa.
Y manifiesto esto, porque he notado que por pasar nuestra existencia señalando las diferencias en orientación sexual e identidad de género, nos hemos olvidado de vivir.
No hemos querido comprender que la diversidad es lo que hace hermosa la convivencia, cuando la armonía es más significativa que los prejuicios basados en la ignorancia.
Estoy convencida de que vivir es hacer énfasis en convivir, en olvidar nuestras hostilidades a las cosas que nos separan.
Existen pseudo líderes, personajes oportunistas quienes insisten en separar y separarse por absurdas posturas.
Olvidan que el amor, base de las relaciones que unen y perduran, no es exclusiva de los modelos heterosexuales.
El amor, es también obra de Dios, en el cual late su espíritu, visión de lo sagrado.
Canto que nos eleva el alma.
Yo aprendí de mis antecesores, que la diversidad sexual, es sucia, indecente y pecadora, lo creí y me mantuve al margen, hasta que descubrí mis sentimientos de culpa, por ser parte de lo que ellos rechazaban.
Hoy, a quienes me preceden, intento enseñarles que la vida es un tiempo muy corto el que nos facilita para convivir.
Y si queremos hacerlo, es más importante acercarnos por los puntos que nos unen, que separarnos por las diferencias que pueden enriquecernos si nos lo permitimos.
Es por esto que no queremos lideres con sueños de protagonistas, deseamos personas de acción con propuestas.
No anhelamos que nos representen quienes dicen que iniciaron el movimiento, o se consideran cabezas de los reclamos.
Quienes son oportunistas, que están a la caza de ocasiones donde lucirse.
No es ahora tiempo de proclamar orgullo por las diferencias, ahora es el momento de unir seres humanos, porque quien a la humanidad rechaza, por la humanidad es rechazad@.
El movimiento LGBTI, fue originado por la rabia, por el dolor, y sus demandas tienen diversos propósitos del sentir comunitario.
Se han cometido errores, cierto, algunos con consecuencias trágicas, aunque, educar más a quienes integramos la comunidad en general, y señalarnos menos entre nosotr@s, es obligado.
Cuando es no se hace, los movimientos pierden el rumbo, y ése, es un triste modo de desaparecer.
Desde BC, mi rincón existencial, donde, o cambiamos nosotr@s, o todo seguirá yendo en contra de nosotr@s mism@s y a favor de las ideas y prejuicios que dominan.
Andrea Guadalupe.