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Las calles eran estrechas y llenas de ladrillos las edificaciones, y de grandes aberturas en las paredes la luz salía a la calle, y el bullicio y la gente embriagándose también. Instrumentos musicales inmensos, grandes chimeneas de cerveza. La calle estaba mojada y era de noche y yo sabía que un amigo quería que me tirara de una gran altura sin paracaídas ni nada. Era una ciudad en constante fiesta. Así que en todos los locales se recibía bien a la gente. Había un gran salón que tenía al fondo un mostrador y delante del mostrador una pequeña escalera. El piso era plano y bruñido. Azul metálico. Resplandecía mucho. Atravesé el largo salón semivacío desde la entrada hasta el mostrador. Eran kilómetros figurados. Sólo vi algunos punks firmes caminando como soldados con sus botas. Playeras rotas y rojas y negras. Ahí fue donde conocí al amor de mi vida. Estaba con dos amigas. Ellas no pertenecían a ninguna tribu. Ellas tenían el toque exacto. Lo que se requiere. Los clientes de ese lugar eran muy peculiares. Entraban y subían por una escalera pequeña y poco alumbrada alrededor de una columna que sostenía la plataforma de lanzamientos. Los clientes se arrojaban y en el aire, antes de caer aplastados en el suelo, se desvanecían en el mismo aire. Era algo que no pasaba en la realidad, qué realidad, esa era mi realidad, ciertamente. Y ahí estaban las tres chicas. Estaban vestidas de cierta forma, digamos formal, estilo ochentas, sur de estados unidos, contry, cowboy stylish. Enseguida me enteré que una de ella quería dinero o trabajo, que es lo mismo. Y empezaron a hablar en inglés. Lógicamente yo entendía todo. Traían un asunto las chicas, especialmente mi amor, con los tres encargados del local, creo que les pedía trabajo, y luego ellas salieron por una puerta de cristal polarizado, todo, todo, todo, era sombrío en ese sitio, pero cuando atravesé yo también la puerta de cristal polarizado, me encontré con el día, la luz, el sol brillando y quemando con toda su intensidad, mi chica lavando los vidrios de aquel establecimiento, y las amigas me explicaron que le habían dado un empleo no pagado, pero en inglés, expresión que ya olvidé. Entonces yo le declaro mi amor a la chica mientras ella limpia los vidrios. Y ella dice algo parecido a sí está bien. Olvidé decir que el atuendo de las tres cambió. Se volvió muy veraniego, pequeños shorts. Y yo empecé a frotarle las nalgas inmaculadas a esa mujer, eran unas nalgas diáfanas, perfectamente rellenas de órganos vigorosos, y las amigas comenzaron a hacer bulla y me dijeron beso, beso, beso, y yo la besé, y las amigas hicieron una exclamación de repugnancia, como si ninguna de ellas hubiera jamás besado a nadie, y ella dejó el trapo y la cubeta y nos fuimos todos por las vías del tren, entre los árboles enterregados y los pájaros. Y nos fuimos muy enamorados.

Texto agregado el 19-06-2011, y leído por 242 visitantes. (3 votos)


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