La poda Otoñal, esa manía de......
Todo comienza con la caída de las hojas, el saludo se vuelve mas seco, podría decirse que se va espaciando.
Los árboles indiferentes ceden sus tornasoladas hojas siguiendo con su ciclo, es así que el suelo va convirtiéndose en mullida alfombra, que invita a transitarla, brindándonos una crujiente sensación.
Paralelamente aparecen el humo y fugaces siluetas que muñidas de fósforos y kerosén se empecinan en enturbiar las tardes cada día, dejan así un cierto aspecto de orden y limpieza, regalándonos una atmosfera irrespirable y mal oliente.
Diariamente llueven ofertas callejeras, como de la nada aparecen sujetos, que con amable sonrisa y motosierra en mano, nos ofrecen colaboraciones no solicitadas, ellos con gran avidez disponen como transformar en un páramo, el agradable paisaje multicolor del otoño.
Cada casa muestra en desigual damero el respeto y percepción de la naturaleza de sus moradores, están los que escoba en mano salen a la vereda tres o cuatro veces al día, los menos ansiosos se conforman con una o dos, debiendo considerar también a los que contribuyen a elevar el promedio, aguardando debajo de la rama a que caiga la ultima hoja , a veces nos regalan una estrepitosa caída , hasta con algún hueso roto y todo, han intentando apurar la naturaleza y con un palo u otro mortal instrumento, intentan desalojar a esa porfiada hojita , la que resistiendo humildemente en su rama , da su ultima pelea.
Los del al lado, o sea nosotros, indiferentes ante tanta paranoia ,ni nos asomamos, aun mas no intentamos barrer las hojas y es ahí donde abandonamos una supuesta posición compartida ,pagando con nuestra actitud , a que “Doña” o “Don” en forma solapada e intencional nos construyan diariamente la bendita pilita de hojas, que a ellos si les molesta, entonces justito ahí, al borde de su/nuestra vereda , yerguen el limite invisible junto a la acera , que se convierte en sagrada línea ,donde se establecen derechos y reclamos.
Cuando nos cruzamos en la calle, percibimos la seguidilla de miradas lánguidas y molestas, reclaman con esa actitud, en silencio mártir, por la sagrada meta y entonces se preguntan
¿Por que?
¡Usted no limpia!
¡No barre las hojas!
¡Acaso no le importa mi vereda!
¿No se da cuenta que nos hace trabajar en vano?
Y ahí sigue la larga perorata.
¡Sr. Tenga en cuenta que!, si cortásemos tal a cual rama, dejaríamos de barrer hojas.
No tendríamos problemas con los cables y piense en el viento, sacude las ramas y ni hablar cuando hay tormenta.
Nótese la forma solapada con la cual me transforman en su socio, todo sin siquiera haber sido consultado.
Es evidente que ante esta situación deberé tener paciencia un par de meses más, hasta que el invierno nos visite.
Mientras tanto subo a mi techo y disfruto de la maraña de hojas que debo juntar, en este caso, mi obligación se limita a evitar que se tapen los desagües.
Desde esta atalaya me dispongo a gozar del panorama, entonces buscando revancha miro en rededor y elaboro una crítica de mis vecinos.
-Este, a mi izquierda, sin dudarlo esclavo de sus limitaciones, de su mujer y su suegra, no tiene un misero arbolito, ni dentro de su casa ni en la vereda.
-El otro, él que reemplazo con misero arbusto al Plátano que acompaño a la cuadra ¡Nuestra cuadra! durante mas de 40 años, al que troncho sin piedad y sin permiso.
Esta aquel que se muestra mas comprometido, y en su terreno lucen armónicamente , un Liquid -Ámbar, un Plátano, un Alcanfor, a los que se agregan otras especies con frondosas ramas, allí se da refugio a los pájaros, después todos disfrutaremos (así lo creo), con cada primavera del canto de Calandrias, Zorzales y Horneros.
-Más allá se nos impone con majestuosa presencia una Araucaria, una vez mas me entretengo contando sus ramas, por enésima vez cálculo su edad.
Finalmente sin ninguna intención de destacarse, en ficticio orden, innumerables especies, Paraísos, Ligustros, Rosas Chinas y Laureles parecen decir,
Gracias, nosotros también te queremos.
Polodislates 16 06 2011
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