Sus Quince
Hace ya algunos años, unos quince años, algo muy extraño aconteció. Nadie lo percibió en el momento, salvo dos personas que presenciaron el acontecimiento. Resulta ser que los astros se alinearon como nunca antes lo habían hecho. Los cuerpos celestes comenzaron a deslizarse a una velocidad inusitada y saltaron literalmente de sus órbitas. Los planetas giraban enloquecidos para encolumnarse uno tras otro; las estrellas se oscurecían y encendían alternativamente, con una cadencia incomprensible; los satélites olvidaban la estrecha relación con sus dueños, pareciendo burlarse de toda regla astronómica que hasta allí los había regido; los asteroides, con su apariencia rocosa, mostraban una superficie aterciopelada y multicolor; y los cometas cambiaban su perenne constitución de hielo y roca, por tierra fértil inundada de flores que venteaban un aroma desconocido. No, no se entendía lo que estaba pasando, todo era un caos y se pensaba que el fin había llegado. Más no, luego de estos comportamientos tan dispares, todos los astros, cientos, miles de ellos, formaron un corazón sobre la bóveda celeste; no puede creerse lo que ocurrió y tampoco describirse la luminosidad, el colorido y el aroma que llegaron desde el cielo. Fue maravilloso, y solo duro un instante. Y por supuesto, en ese instante, nació María Antonella Gala. Nadie pudo dudar luego de semejante espectáculo, que esta niña había venido al mundo para cosas mayores, y así lo demostró desde su primer día entre nosotros. La alegría y la gracia la acompañaron desde el primer momento y nuestro hogar se inundó de su influjo encantado. Cuando apareció en mis brazos por primera vez, la miré sorprendido; a la emoción incontenible del momento se sumó una visión que perduraría por siempre en mi memoria: su belleza era incomparable, pero no era eso, no; su cuerpecito irradiaba una increíble energía que se traducía en ondas multicolores que se dispersaban por toda la habitación. Si, así fue el primer instante....y siguió siendo así por siempre. Es un ser sobrenatural, lleno de bondad y cariño. Siempre pensé que había escapado de un cuento de hadas para quedarse por siempre con nosotros. Sí, eso es, tiene que ser una princesa, o al menos que nadie dude que es “mi” princesa.
Gracias hija de nuestro corazón por haber llegado a nuestro hogar, por dar alegría a nuestra vida todos los días.........
Solo me resta decirles y por razones que ustedes comprenderán, que este acontecimiento solo se repitió dos veces más en la historia de la humanidad, con fechas muy precisas: una fue el 23 de abril de 1991 y la otra el 25 de marzo de 1999. Rara coincidencia del destino: los días en que nacieron María Natalia y el Torito Agustín.
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