Lo había perdido todo, hasta su amor,y, llegaba el recomenzar...
No quiso llorar, no quiso darse por vencida.
Solo, abrió el ventanal de su dormitorio, y, por un instante quedo obsrvando las estrellas.
Oscureció..., tambien oscureció la habitación.
Desde su cama, recostada en ella, no dejaba de admirar tanta belleza.
Una gran estrella fugaz, se perdió, preanunciando algo.
-¡No estoy tan sola!, se dijo, murmurando con una sonrisa.
El telefono sonaba incansablemente, pero no lo atendía.
Se quedó dormida, acompañada por los astros que iban desapareciendo con la claridad de los primeros rayos de sol.
Llamaron a la puerta, ella enjuagándose el rostro, la escucha.
Una robe rosa la envolvió, camino hacia ella, la abrió y, ambos quedaron mirándose fijamente como desconcertados, como con una gran atracción de uno por el otro.
-¡Le traigo este sobre!, es de la compañía.
Ella sin prguntar nada, lo toma, saluda, y cierra la puerta.
Se sienta en el sofá y lo abre.
Breves líneas, la invitaban a retomar sus servicios, pero ya como secretaria de la presidencia.
Mira la hora, se arregla rapidamente, se le hace tarde.
Toma el ascensor, y, ya en planta baja ve al hombre que lee trajo el sobre.
-¡Hola!, dijo. ¿Puedo pedirle un favor? continuó.
-¡Sí!, dijo ´el.
-¿Me puede llevar hasta la compañía?
-¡Cómo no!, encantado...
Caminaron hacia el auto, el chofer abrió la puerta trasera, se acomodaron ambos.
Ella no paraba de hablar de felicidad, de ansiedad.
El hombre no decía nada, solo sonreía...
Habló ella todo el trayecto, cuando llegaron le dice a él, -¿y tú en que oficina trabajas?
-¿Yo?, respondió él.
¡Sí!, tú.
-Yo, yo, tartamudea él, estaba asombrado, y dice, -¡yo, yo soy el dueño!
MARIA1 |