Nada le faltaba a María, de una familia muy rica, de una gran ciudad donde las luces incandecentes desfiguran los rostros en noches en que las personas retornan a sus hogares.
María, con una gran familia, donde cada uno tenía su rol, no era escuchada.
Treinta hermosos años como ella.
Su novio la había abandonado, sus amigas frívolas, no la satisfacian.
Una tarde conocio un joven de su edad, con problemas existenciales; no se enamoró, solo que su soledad desprotegida por el tiempo, sombras de aquella frialdad iba dejando.
Palabras, tras palabras del joven se convirtió en su psicologa, juego peligroso para Maria con un corazón con grietas y un alma fragil.
Hasta que un dia, el joven invita a María a una fogata a la orilla del mar, con otros amigos.
La tímida Maria, acepta y, partieron en moto hacia el lugar....

Leños quemándose, el mar nervioso explotaba a la orilla dejando espumas que la media luna acompañaba; jóvenes y jovencitas.
Cantaban, reían, tocaban las guitarras, y el dibujo deel retrato asustó un poco a María.
Se acercaron, saludos con las manos simplemente; todos continuaron bebiendo alcohol y fumando.

Para María todo era nuevo, abría sus grandes ojos negros que contrastaban con su piel muy blanca.
Se estremeció; luego de varios tragos besó en los labios a su amigo.
Ya al amanecer, uno de los jóvenes sacó un arma, hizo girar el cargador, y dijo, -¡hay solamentee una bala!, ¿quien se anima?, preguntó.
Se hizo silencio..., solo el ruido de las olas al llegar a la orilla, ya la luna se había ocultado.
Tras el silencio, la tímida María, respiró profundo, y dijo, -¡yo!, un yo cortante.
Tomó el arma, se apuntó a la sien, y, disparó, todos rieron, incluso ella.
Luego, se quedó inmovil, se apuntó nuevamente y comenzo a dispararse, hasta que un proyectil dió en el blanco.
Había subido la marea, ya los leños se apagaron, amanecia, solo el lucero de compañia.
Los jóvenes huyeron, y la tímida María yacía, muerta, no pudo encontrar su lugar...; quienes la escucharan.

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