¡Cuántos rosales cultivaba!, no cortaba las flores, solo las hojas marchitas y rosas así.
Vivía solamente con su hijo, adoraba a su hijo tanto como a sus rosas.
Se pasaba horas al sol cultivandolas, cuidándolas, no quería usar guantes porque opinaba que eran frágiles.
Así como las rosas adoraba a su hijo, joven, buen mozo, de treinta y cinco años.
Una tarde llama por teléfono el hijo, -¡mamá, perdi el trabajo!, con mucha tristeza.
La madre quedó preocupada esperándolo.
No regreso a la casa por dos dias, se había quedado en casa de unos amigos.
La madre preocupada continua cuidando sus rosales, hasta que escucha ruidos, pasos dentro de la casa.
Era el, quien va a su encuentro, y le dice, - ¡mamá me enrole´en el ejercito!, ¡partiré en misión mañana.
La madre apuró los pasos y lo abrazó, -¡si es tu voluntad hijo, ve!.
Y, así partió el joven a la guerra, y, la madre continuó en su jardín, pero ya solo esperando líneas de su hijo que al principio heran continuas y luego se fueron espaciando.
Seis meses sin noticias; un año...
Hasta que un dia, llaman a la puerta, un soldado con un sobre en la mano.
¡Cuánta alegria!, la de la mujer.
Pero el soldado luego de entregar la carta del hijo, le dice, -¡lo siento!, su hijo murió en combate, maana llega su cuerpo.
La madre desesperada, lágrimas en sus ojos, le dice al soldado, - ¡por favor!, ¿puede usted venir mañana con el auto del ejercito?
El soldado titubeando dijo, -¡si, puedo!
Al otro dia, llaman a la puerta, el soldado con el auto.
La mujer corre a atender, no lloraba, simplemente le dijo, -¡pase, pase por favor!, vamos al jardin.
El soldado la siguió, y, vió que sobre una gran bandera habían coronas de rosas, solo de rosas, y, observa asombrado que de los rosales no queda ninguna flor.
La mujer le dice, -llevelas!, ¡son para mi hijo!.
MARIA1 |