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Alan se aproximó a su amigo, quien parecía estar agobiado por algo que, por supuesto, ahora descubriría. Eso, si Edgar se lo permitía. En realidad, el hombre semejaba ser pasto de las peores pesadillas que pueden asolar a ser humano alguno -¿Qué te sucede, hombre por Dios? ¿A qué se debe esa enorme congoja que veo dibujada en tu rostro?
-Ay, si supieras.
-Cuéntamelo para que me entere. Hasta es posible que juntos encontremos alguna solución para ese problema que te aqueja.
-Difícil lo veo, pero igual te contaré mi problema. Resulta que mi hijo menor, el Poe, ahora le dio por creerse vampiro, viste de negro, se embadurna el rostro con una crema para conseguir un aspecto cadavérico, escucha música que a mi me eriza los pocos pelos que me quedan y lo último… me da no sé qué contártelo.
-Cuenta, cuenta, para ayudar están los amigos.
-Siento una mezcla de cosas que me dan vuelta en la cabeza. Es que esto último ya es demasiado… demasiado.
-La intriga comienza a corroerme.
-Te lo diré, aunque presiento que nadie podrá comprender esto que me está sucediendo. La culminación de todas estas chifladuras, es ese objeto negro que colocó en el centro de su pieza, a modo de lecho.
-¿Y qué es ese objeto negro?
-¡Uff! Es… un…¡Oh Dios! ¡Es un…ataúd!
-¿Queeeeeeee? ¿Un ataúd? ¿Un sarcófago? ¿Y de adonde lo sacó? ¿Acaso saqueó el cementerio?
-Sólo sé que lo vi esta mañana y casi me morí de la impresión. Me contó muy suelto de cuerpo que ahora se sentirá realmente posesionado de las vibraciones nocturnas, que su alma ahora es un pájaro negro y no sé cuantas patrañas más.
-¿Se volvió loco tu hijo?
-Lo peor es que cuando le exigí que sacara de inmediato ese trasto mortuorio de mi casa, me amenazó con que él también saldría y que yo no lo vería más, que viajaría a Transilvania y se quedaría a vivir para siempre por esos lejanos lugares. Y como comprenderás, uno no desea que un hijo se malogre de esa forma, así que consentí que mantuviera ese ataúd en su habitación. Ahora, ya no sé que hacer.
-Complicado el tema, viejo. Y terrorífico. Yo me muero si veo una cosa así en mi casa.

Los dos amigos continuaron conversando y tratando de encontrar una salida a tan peliagudo asunto. El muchacho ya se había posesionado por completo de su luctuoso papel, era un vampiro de tomo y lomo, aunque sus colmillos fueran falsos y el ataúd, en realidad, sólo una caja de embalaje que el Barnabás aquel, pintó de negro y la forró con un trozo de tela en desuso...


(Continua)











Texto agregado el 15-06-2011, y leído por 248 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-06-2011 Ja incursionando en el terror, avisame cuando continues , no me lo quiero perder****** shosha
15-06-2011 Logra darle el suspenso requerido. Bien redactado. Intenso. Me gusto mucho. elijoa2
15-06-2011 Con Edgard, Alan y Poe de seguro tu cuento nos llenarà de terror.Espero su continuaciòn.******* almalen2005
 
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