“ Erase una vez ”, decía la voz de la vieja y los ojos de la niña se abrían esperanzados a un cuento de hadas.
“ Un hermoso país ”, continuaba la nana y la niña montada sobre un caballo mulato, recorría las colinas cercanas.
“ Donde el sol brillaba ”, decía la voz y la niña con los cabellos al viento, subía la montaña en busca del lugar donde nacen los ríos.
“ Y por la tarde se escondía en el cerro ”, relataba la mujer y la niña paseaba la mirada por el río, que en su corriente llevaba los brotes de siembras y hojas tempraneras de otoño.
“ Al caer la noche, un manto negro cubría todo el valle ”, decía la vieja, y la pequeña, sentada en la orilla jugaba con las aguas, que bajaban cantando desde la alta cordillera.
“ Cuentan los lugareños, que en ese lugar los brujos salían al caer el sol ”, relataba la mujer y los vivaces ojillos de la niña, recorrían las cumbres en búsqueda del paso que lleva al valle de la paz.
“ Las siluetas recortadas en las laderas dibujaban sombras, que daban pavor ”, decía la nana y ella descubrió el sendero secreto. Dejó las aguas claras y montada en el mulato siguió al viento del atardecer.
“ Luego las sombras bajaban, recorrían las calles y penaban a aquéllos que osaban aventurarse por los alrededores, a la hora de los brujos”, contaba la mujer.
El sendero del viento enseñaba piedras de colores, el mulato galopaba casi sin tocar el suelo, desplegando para ello alas de plata que iluminaban la faz de la niña dormida.

“ Las calles desiertas y pobladas de fantasmas con mantos agitados de noche, escuchaban lamentos, oían voces...”

- Niña...! Te has dormido...y yo como lesa, contándote un cuento....